LECTOR 1: ¡Cristo ha resucitado, aleluya!
TODOS: ¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya!
LECTOR 2: Cuando terminaron de comer, dice Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres más que estos? Le responde: sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: apacienta mis corderos. Le pregunta por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Le responde: sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: apacienta mis ovejas. Por tercera vez le pregunta: Simón hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le dijo: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: apacienta mis ovejas. Te lo aseguro, cuando eras mozo, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras. Lo decía indicando con qué muerte había de glorificar a Dios. Después de hablar así, añadió: ¡sígueme! (Jn 21, 15.19)
[BREVE SILENCIO]
LECTOR 3: El que negó tres veces, tres veces es interrogado por el amor. Pedro no solo abandonó y huyó, sino que por tres veces negó conocer a su amigo Jesús. Pedro es el que dijo que nunca lo abandonaría, aunque otros lo hiciesen. Pedro –el que se creía con fuerzas suficientes para ir hasta el final– experimenta que el Señor retorna sobre él sin echarle en cara su incoherencia, sin cebarse en su debilidad, sin hundirlo en la culpa sino tan solo preguntándole si lo ama. Pedro no pudo experimentar más lealtad, fidelidad y amor de su amigo Jesús.
LECTOR 4: Ahora Pedro puede decir con mucha humildad y agradecimiento: “¡Señor, tú sabes que te quiero!” Jesús ahora le dice: “¡sígueme!” Ahora empieza el auténtico seguimiento. No es Pedro, nosotros, el que da la vida por Jesús –eso termina en fracaso–, sino que es Jesús el que ha dado la vida por nosotros. Este cambio de percepción es decisivo; solo en la medida en que Pedro se abra a la gratuidad del amor incondicional del Señor, podrá ahora confirmar en la fe a sus hermanos.
ORACIÓN: Señor Jesús, tú que nos invitas a reconocerte en medio de nosotros…
TODOS: ¡Haz que tu presencia resucitada nos infunda esperanza!
PADRENUESTRO
Canto Final de la Estación: Hoy el Señor resucitó, y de la muerte nos libró. ¡Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó!