Desde el Centro Arrupe ofrecemos este Vía Lucis en el que vamos recorriendo los misterios de la Resurrección del Señor. Los textos que acompañan cada una de las estaciones han sido preparados por Toni Catalá SJ.

Una propuesta que ofrecemos como recurso para la oración personal y comunitaria en este tiempo de Pascua. Lo puede descargar en pdf desde este ENLACE

Jesús resucita de la muerte.

LECTOR 1:  ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

TODOS: ¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya!

LECTOR 2: Pasado el sábado, al despuntar el alba del primer día de la semana, fue María Magdalena con la otra María a examinar el sepulcro. De repente sobrevino un fuerte temblor: un ángel del Señor bajó del cielo, llegó e hizo rodar la piedra y se sentó encima. El ángel dijo a las mujeres: vosotras no temáis. Sé que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí, ha resucitado como había dicho. Acercaos a ver el lugar donde yacía. (Mt 28, 1-6)

[BREVE SILENCIO]

LECTOR 3: Las seguidoras y amigas de Jesús lo siguen buscando. A pesar de todo el sufrimiento de estos días lo siguen buscando, necesitan hacer duelo, necesitan la cercanía. Ellos abandonaron, ellas permanecieron hasta donde las dejaron permanecer; ellos están encerrados, miedosos y fracasados, a ellas les puede más el amor y la fidelidad a Jesús. Aunque su misión ha fracasado, ellas siguen queriéndolo visitar, ellas lo querían no solo por lo que hacía sino, sobre todo, por lo que era y por eso no quieren dejarlo solo en el lugar de la muerte…

LECTOR 4: Pero han rodado las losas de los lugares de muerte y emerge la Vida. El Crucificado al que buscaban ya no está en el lugar de la muerte, esta no tiene la última palabra. El Mensajero del Dios de Vivos las reorienta en su búsqueda, tendrán que volver al lugar de los vivos para encontrar al Viviente.

ORACIÓN: Señor Jesús, tú que nos invitas a reconocerte en medio de nosotros…

TODOS: ¡Haz que tu presencia resucitada nos infunda esperanza!

PADRENUESTRO

Canto Final de la EstaciónHoy el Señor resucitó, y de la muerte nos libró. ¡Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó!

Los discípulos encuentran el sepulcro vacío.

LECTOR 1:  ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

TODOS: ¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya!

LECTOR 2: Salió Pedro con el otro discípulo y se dirigieron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio los lienzos en el suelo, pero no entró. Después llegó Simón Pedro, detrás de él, y entró en el sepulcro. Observó los lienzos en el suelo y el sudario que le había envuelto la cabeza, no en el suelo con los lienzos, sino enrollado en lugar aparte. Entonces entró el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó. (Jn 20, 3-8)

[BREVE SILENCIO]

LECTOR 3: Pedro y su compañero corren hacía el sepulcro cuando María Magdalena les dice –ella fue primero– que el sepulcro estaba vacío. Algo extraño está pasando alrededor del sepulcro de Jesús. Hay desconcierto, todo está en orden, pero él no está en el lugar de los muertos, parece que no ha sido una fechoría más de los saqueadores de tumbas.

LECTOR 4: Pedro entra y ante el vacío no reacciona, en cambio su compañero –el que llegó primero–, entra y cree. Pedro aún esta ofuscado y bloqueado por su abandono y negación, necesita tiempo; su compañero que es el discípulo preferido de Jesús, aquel que más entendió de corazón a Jesús, empieza a abrirse a la Vida del Resucitado.

ORACIÓN: Señor Jesús, tú que nos invitas a reconocerte en medio de nosotros…

TODOS: ¡Haz que tu presencia resucitada nos infunda esperanza!

PADRENUESTRO

Canto Final de la EstaciónHoy el Señor resucitó, y de la muerte nos libró. ¡Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó!

Jesús resucitado se manifiesta a María Magdalena

LECTOR 1:  ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

TODOS: ¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya!

LECTOR 2: María estaba frente al sepulcro, afuera, llorando. Llorosa se inclinó hacia el sepulcro y ve dos ángeles vestidos de blanco, sentados: uno a la cabecera y otro a los pies de donde había estado el cadáver de Jesús. Le dicen: mujer, ¿por qué lloras? Ella responde: porque se han llevado a mi señor y no sé dónde lo han puesto. Al decir esto, se dio media vuelta y ve a Jesús de pie, pero no lo reconoció. Jesús le dice: mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, tomándolo por el hortelano, le dice: Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo. Jesús le dice: ¡María! Ella se vuelve y le dice: Rabbuni –que significa maestro–. Le dice entonces Jesús: suéltame, que todavía no he subido al Padre. Ve a decirles esto a mis hermanos: subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios. (Jn 20, 11-17)

[BREVE SILENCIO]

LECTOR 3: María Magdalena, aquella que se sintió sanada y liberada por Jesús, está rota mirando el lugar de la muerte. Han robado el cuerpo de su Señor y no puede hacer ni duelo. La tumba vacía genera desasosiego y perplejidad, pero por sí misma no lleva al encuentro con el Resucitado. Se le hace presente el Señor Resucitado, pero María está bloqueada. En un primer momento no hay encuentro: mujer-hortelano. Solo cuando María se siente nombrada por su nombre se siente reconstruida: María entonces deja de mirar el lugar de muerte y se abre a la Vida.

LECTOR 4: El nombre en la lengua de Jesús y de María Magdalena es lo que nos hace únicos, María se siente nombrada, se siente querida en la raíz de su ser criatura, de su ser mujer. El Señor la manda a los hermanos. ‘No os llamo siervos, sois mis amigos’, les ha dicho Jesús a los suyos antes de la Pascua, ahora ya no son –somos– amigos, somos hermanos y hermanas.

ORACIÓN: Señor Jesús, tú que nos invitas a reconocerte en medio de nosotros…

TODOS: ¡Haz que tu presencia resucitada nos infunda esperanza!

PADRENUESTRO

Canto Final de la EstaciónHoy el Señor resucitó, y de la muerte nos libró. ¡Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó!

Jesús resucitado en el camino de Emaús.

LECTOR 1:  ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

TODOS: ¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya!

LECTOR 2: Aquel mismo día, dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús, distante a unas dos leguas de Jerusalén. Iban comentando todo lo sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona los alcanzó y se puso a caminar con ellos. Pero ellos tenían los ojos incapacitados para reconocerlo. Jesús les dijo: ¡qué necios y torpes sois para creer cuanto dijeron los profetas! ¿No tenía que padecer eso el Mesías para entrar en su gloria? (Lc 24, 13-15. 25-27)

[BREVE SILENCIO]

LECTOR 3: María confunde a Jesús con el hortelano, los de Emaús con un caminante más. Se marchan frustrados porque en Jerusalén lo de Jesús ha terminado en fracaso estrepitoso. Andan con el corazón bloqueado, con el corazón en un puño, por eso no ven, andan cegados, no lo reconocen. Como Pedro, necesitan tiempo, no reconocen inmediatamente al Señor, necesitan que sea el mismo Resucitado el que les devuelva la vista.

LECTOR 4: El Señor está presente, pero de otro modo, es el mismo Jesús de los caminos de Galilea, pero ahora está presente en su plenitud de Vida acogida por el Padre. Por eso los discípulos de Emaús necesitan caminar un tiempo más con él para que su corazón y sus ojos se abran.

ORACIÓN: Señor Jesús, tú que nos invitas a reconocerte en medio de nosotros…

TODOS: ¡Haz que tu presencia resucitada nos infunda esperanza!

PADRENUESTRO

Canto Final de la EstaciónHoy el Señor resucitó, y de la muerte nos libró. ¡Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó!

Jesús resucitado se manifiesta al partir el Pan.

LECTOR 1:  ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

TODOS: ¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya!

LECTOR 2: Se acercaban a la aldea adonde se dirigían, y él fingió seguir adelante. Pero ellos le insistieron: quédate con nosotros, que se hace tarde y el día va de caída. Entró para quedarse con ellos; y, mientras estaba con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. (Lc 24,28-31)

[BREVE SILENCIO]

LECTOR 3: Los de Emaús, a pesar de su encogimiento de corazón, no han perdido la capacidad de acoger, de ponerse en la piel del otro. Le invitan a quedarse porque ya es tarde: este gesto de acogida, de hacer sitio al otro caminante, les va a cambiar la vida. Acogen y comparten la mesa. Parece que esto que hacía Jesús por los caminos de Galilea se les había quedado marcado en el fondo de su corazón.

LECTOR 4: Ahora, a pesar de la tristeza y el abatimiento, emerge lo mejor de ellos mismos. Aquello que vitalmente aprendieron de Jesús ahora hace que entiendan que es ahí, en la acogida y en el compartir el Pan y la Palabra, cuando se les abren los ojos y reconocen al Viviente. Ahora reconocen que el Señor Resucitado es el Jesús de Galilea, el que acogía y compartía.

ORACIÓN: Señor Jesús, tú que nos invitas a reconocerte en medio de nosotros…

TODOS: ¡Haz que tu presencia resucitada nos infunda esperanza!

PADRENUESTRO

Canto Final de la EstaciónHoy el Señor resucitó, y de la muerte nos libró. ¡Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó!

Jesús resucitado se presenta ante los discípulos

LECTOR 1:  ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

TODOS: ¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya!

LECTOR 2: Estaban hablando de esto, cuando se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: la paz esté con vosotros. Espantados y temblando de miedo, pensaban que era un fantasma. Pero él les dijo: ¿por qué estáis turbados? ¿Por qué os surgen tantas dudas? Mirad mis manos y mis pies, que soy el mismo. Tocad y ved, que un fantasma no tiene carne y hueso, como veis que yo tengo. (Lc 24, 36-39)

[BREVE SILENCIO]

LECTOR 3: Los que abandonaron a Jesús y huyeron de Getsemaní se encuentran encerrados y con miedo, han fracasado en el seguimiento. Cuando Jesús necesitaba compañía se durmieron, cuando se acercan a detener a Jesús abandonan y huyen. Ahora Jesús Resucitado retorna sobre ellos sin echarles en cara su incoherencia, sin echarles en cara su debilidad, Jesús no retorna sobre ellos abochornándolos y hundiéndoles en la culpa. Jesús retorna sobre ellos pacificando, reconstruyendo, alentando, animando, perdonando.

LECTOR 4: ¡La Paz con Vosotros! Por eso ahora ellos van a poder ser portadores de paz y de perdón. Impresiona que en Jesús no hay resentimientos ni reproches, es pura incondicionalidad con los suyos. El Amor hasta el extremo les muestra que su debilidad y fracaso ha sido bendecido y perdonado, esto les reconstruye para siempre.

ORACIÓN: Señor Jesús, tú que nos invitas a reconocerte en medio de nosotros…

TODOS: ¡Haz que tu presencia resucitada nos infunda esperanza!

PADRENUESTRO

Canto Final de la EstaciónHoy el Señor resucitó, y de la muerte nos libró. ¡Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó!

Jesús resucitado da su paz a los discípulos y el poder de perdonar pecados

LECTOR 1:  ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

TODOS: ¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya!

LECTOR 2: Jesús repitió: ¡paz con vosotros! Como el Padre me envió, así yo os envío a vosotros. Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió: recibid el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los mantengáis les quedan mantenidos. (Jn 20, 21-23)

[BREVE SILENCIO]

LECTOR 3: El perdón es patrimonio de las víctimas y Jesús es la víctima inocente. Cuando ofendemos y humillamos a una persona, solo en sus manos está el ofrecernos el perdón, es lo único que le queda a la víctima. Jesús, abandonado por los suyos, retorna pacificando, y ahora les otorga a los suyos, a su comunidad, la posibilidad de ser una comunidad perdonadora, reconciliadora, pacificadora.

LECTOR 4: Porque se sienten perdonados, pueden generar dinámicas de perdón. Porque la experiencia de Jesús como víctima inocente les ha hecho caer en la cuenta de que sus ejecutores no tenían razón, ahora pueden en virtud del Resucitado denunciar a los que generan violencia, sufrimiento y muerte y ofrecerles tiempo para reconciliarse y convertir el corazón. Reciben el Santo Espíritu para poder vivir en y como Jesús, perdonar y retener, anunciar y denunciar.

ORACIÓN: Señor Jesús, tú que nos invitas a reconocerte en medio de nosotros…

TODOS: ¡Haz que tu presencia resucitada nos infunda esperanza!

PADRENUESTRO

Canto Final de la EstaciónHoy el Señor resucitó, y de la muerte nos libró. ¡Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó!

Jesús resucitado confirma la fe de Tomás

LECTOR 1:  ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

TODOS: ¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya!

LECTOR 2: A los ocho días estaban de nuevo dentro los discípulos y Tomás con ellos. Vino Jesús con las puertas cerradas, se colocó en medio y les dijo: ¡paz con vosotros! Después le dice a Tomás: mete aquí el dedo y mira mis manos; trae la mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, antes cree. Le contestó Tomás: ¡Señor mío y Dios mío! Le dice Jesús: porque me has visto, ¿has creído? Dichosos los que crean sin haber visto. (Jn 20, 26-29)

[BREVE SILENCIO]

LECTOR 3: Tomás no se fio de la comunidad, persiste en el bloqueo y sigue anclado en su frustración. El Señor se le hace presente y le invita a meter su vida en sus heridas; y, en ese momento, Tomás se abre a la Vida, reconoce al Señor Resucitado, se convierte en un hombre de fe, en un hombre que vuelve a con-fiar. Jesús ni ha reprochado a Tomás nada, ni tan siquiera ha intentado –como hizo con los de Emaús– un discurso persuasorio. Tan solo le muestra su cuerpo llagado.

LECTOR 4: El Crucificado es el Resucitado, y el Resucitado es el Crucificado, no es otro. Cuando nos bloqueamos personal y comunitariamente, basta que alguien no empuje a entrar en las heridas del cuerpo sufriente de Cristo hoy, no para hurgar sino para sanar, y siempre terminaremos diciendo ¡Señor mío y Dios mío!

ORACIÓN: Señor Jesús, tú que nos invitas a reconocerte en medio de nosotros…

TODOS: ¡Haz que tu presencia resucitada nos infunda esperanza!

PADRENUESTRO

Canto Final de la EstaciónHoy el Señor resucitó, y de la muerte nos libró. ¡Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó!

Jesús resucitado encuentra a sus discípulos en el lago

LECTOR 1:  ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

TODOS: ¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya!

LECTOR 2: Ya de mañana Jesús estaba en la playa, pero los discípulos no reconocieron que era Jesús. Les dice Jesús: chicos, ¿tenéis algo de comer? Ellos contestaron: no. Les dijo: echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron y no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El discípulo predilecto de Jesús dice a Pedro: ¡es el Señor! Al oír Pedro que era el Señor, se ciñó un blusón, pues no llevaba otra cosa, y se tiró al agua. Les dice Jesús: ahora, traed algo de lo que habéis pescado. Pedro subió a la barca y arrastró hasta la playa la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aunque eran tantos, la red no se rompió. Les dice Jesús: venid a almorzar. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó pan y se lo repartió e hizo lo mismo con el pescado. (Jn 21,4-7. 10. 13)

[BREVE SILENCIO]

LECTOR 3: Jesús reúne a los suyos en torno a la mesa. El encuentro con el Señor Resucitado les está fortaleciendo y reuniendo en torno a la mesa compartida. Es Él el que les prepara la mesa. La experiencia de la Pascua los fue pasando del abatimiento a la fortaleza, de la dispersión y la huida al reencuentro. Ahora se sienten hermanos y hermanas hijos de un mismo Padre.

LECTOR 4: Ahora entienden con hondura lo que hacía y decía Jesús por los caminos de la vida. Ahora lo experimentan en el compartir, en pan partido y repartido, ahora es cuando pueden decir: “¡Es el Señor!”. Ahora dan gracias, “eucaristía”, porque se dan cuenta de que Él es quien los reúne al calor de las brasas y de la comida compartida.

ORACIÓN: Señor Jesús, tú que nos invitas a reconocerte en medio de nosotros…

TODOS: ¡Haz que tu presencia resucitada nos infunda esperanza!

PADRENUESTRO

Canto Final de la EstaciónHoy el Señor resucitó, y de la muerte nos libró. ¡Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó!

Jesús resucitado confirma a Pedro en su misión

LECTOR 1:  ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

TODOS: ¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya!

LECTOR 2: Cuando terminaron de comer, dice Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres más que estos? Le responde: sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: apacienta mis corderos. Le pregunta por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Le responde: sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: apacienta mis ovejas. Por tercera vez le pregunta: Simón hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le dijo: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: apacienta mis ovejas. Te lo aseguro, cuando eras mozo, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras. Lo decía indicando con qué muerte había de glorificar a Dios. Después de hablar así, añadió: ¡sígueme! (Jn 21, 15.19)

[BREVE SILENCIO]

LECTOR 3: El que negó tres veces, tres veces es interrogado por el amor. Pedro no solo abandonó y huyó, sino que por tres veces negó conocer a su amigo Jesús. Pedro es el que dijo que nunca lo abandonaría, aunque otros lo hiciesen. Pedro –el que se creía con fuerzas suficientes para ir hasta el final– experimenta que el Señor retorna sobre él sin echarle en cara su incoherencia, sin cebarse en su debilidad, sin hundirlo en la culpa sino tan solo preguntándole si lo ama. Pedro no pudo experimentar más lealtad, fidelidad y amor de su amigo Jesús.

LECTOR 4: Ahora Pedro puede decir con mucha humildad y agradecimiento: “¡Señor, tú sabes que te quiero!” Jesús ahora le dice: “¡sígueme!” Ahora empieza el auténtico seguimiento. No es Pedro, nosotros, el que da la vida por Jesús –eso termina en fracaso–, sino que es Jesús el que ha dado la vida por nosotros. Este cambio de percepción es decisivo; solo en la medida en que Pedro se abra a la gratuidad del amor incondicional del Señor, podrá ahora confirmar en la fe a sus hermanos.

ORACIÓN: Señor Jesús, tú que nos invitas a reconocerte en medio de nosotros…

TODOS: ¡Haz que tu presencia resucitada nos infunda esperanza!

PADRENUESTRO

Canto Final de la EstaciónHoy el Señor resucitó, y de la muerte nos libró. ¡Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó!

Jesús resucitado envía a sus discípulos

LECTOR 1:  ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

TODOS: ¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya!

LECTOR 2: Los once discípulos fueron a Galilea, al monte que les había indicado Jesús. Al verlo, se postraron, pero algunos dudaron. Jesús se acercó y les habló: me han concedido plena autoridad en cielo y tierra. Por tanto, id a hacer discípulos entre todos los pueblos, bautizadlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, y enseñadles a cumplir cuanto os he mandado. Yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo. (Mt 28, 16-20)

[BREVE SILENCIO]

LECTOR 3: Jesús envía a los suyos para ser portadores de Buena Noticia en todos los lugares de la tierra. Ellos ya no pueden guardarse para sí la experiencia de todo lo vivido con Jesús, tienen que proclamar a los cuatro vientos la incondicionalidad del Amor. La palabra Dios les estalla en las manos para expresar todo lo que Jesús significa, ahora tienen que proclamar y actuar en el Nombre del Padre, del Hijo y del Santo Espíritu.

LECTOR 4: Dios es un ámbito de Compasión, es comunidad de Amor que abraza a todas sus criaturas en todas sus situaciones de pasión y de gozo. Jesús los envía para que las gentes se puedan sumergir, bautizar en estas Aguas de Vida, y puedan vivir sin otorgarle a la muerte la última palabra, sino que puedan vivir en el mandato nuevo del amor, que es lo que realmente nos ha enseñado Jesús con su palabra y su vida.

ORACIÓN: Señor Jesús, tú que nos invitas a reconocerte en medio de nosotros…

TODOS: ¡Haz que tu presencia resucitada nos infunda esperanza!

PADRENUESTRO

Canto Final de la EstaciónHoy el Señor resucitó, y de la muerte nos libró. ¡Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó!

Jesús resucitado asciende al cielo

LECTOR 1:  ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

TODOS: ¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya!

LECTOR 2: Jesús les dijo: recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y seréis testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaría y hasta el confín del mundo. Dicho esto, en su presencia se elevó y una nube se lo quitó de la vista. Aún seguían con los ojos fijos en el cielo mientras él se marchaba, cuando dos personajes vestidos de blanco se les presentaron y les dijeron: hombres de Galilea, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este Jesús, que os ha sido arrebatado al cielo, vendrá como lo habéis visto marchar. (Hch 1, 8-11)

[BREVE SILENCIO]

LECTOR 3: ‘Es bueno que yo me vaya’, dijo Jesús. Se marcha para hacernos sitio a nosotros, ahora nos toca a nosotras y a nosotras ser cauces de Misericordia, ser el corazón, los pies, los ojos y las manos de Jesús en este mundo nuestro. Jesús no ha querido quedarse para no generar sumisiones ni dependencias, sino que nos da su Espíritu de Libertad para que, en fidelidad a su persona y, creativamente, en fidelidad a nuestro mundo, podamos seguir diciendo y haciendo Reino de Dios.

LECTOR 4: Jesús no está en ninguna tumba que tengamos que visitar peregrinando, ni tampoco en unos cielos que se desentienden de la tierra (“¿por qué seguís mirando al cielo?”), sino que está identificado para siempre, para que lo sigamos descubriendo con una mirada nueva, en el enfermo, en la comunidad convocada, en el encarcelado, en la sonrisa de un niño, en los hambrientos, en los que dejan su piel para hace un mundo más según el plan de Dios, en lo sedientos, en los encarcelados…

ORACIÓN: Señor Jesús, tú que nos invitas a reconocerte en medio de nosotros…

TODOS: ¡Haz que tu presencia resucitada nos infunda esperanza!

PADRENUESTRO

Canto Final de la EstaciónHoy el Señor resucitó, y de la muerte nos libró. ¡Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó!

Con María los discípulos esperan el Espíritu Santo

LECTOR 1:  ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

TODOS: ¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya!

LECTOR 2: Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte de los Olivos, que dista de Jerusalén tan solo un camino de sábado. Cuando llegaron, subieron al piso superior donde se alojaban Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago de Alfeo, Simón el Zelota y Judas de Santiago. Todos ellos, con algunas mujeres, la madre de Jesús y sus parientes, persistían unánimes en la oración. (Hch 1, 12.14)

[BREVE SILENCIO]

LECTOR 3: Todo lo acontecido estos días de Pascua ha convocado a la familia, al discipulado y a las seguidoras y seguidores de Jesús. Es una convocación trabada en la experiencia del Amor derramado sobre los corazones de todos. Ahora experimentan agradecidamente la presencia entre ellos de María, la madre de Jesús. La mujer que supo permanecer desde el desconcierto en fidelidad a su hijo. La mujer que supo que su hijo era un hombre bueno, que tan solo quiso pasar haciendo el bien, que tan solo quiso vivir generando vida porque su Dios era el Dios de los padres y madres de Israel, el Dios de Abraham, Isaac y de Jacob, un Dios de vivos y no de muertos.

LECTOR 4: María esperaba con su familia y las amigas y amigos de su Hijo que, al igual que la “Ruah” aleteaba sobre las aguas primordiales, ahora se les iba a dar ese mismo Espíritu de fortaleza para seguir generando vida, para poder vivir al aire, al estilo de su Hijo. Para poder vivir con los sentimientos de Cristo Jesús, para poder vivir en eclesialidad. Comunidad convocada como sacramento de Vida para que la gente encuentre motivos para seguir esperando.

ORACIÓN: Señor Jesús, tú que nos invitas a reconocerte en medio de nosotros…

TODOS: ¡Haz que tu presencia resucitada nos infunda esperanza!

PADRENUESTRO

Canto Final de la EstaciónHoy el Señor resucitó, y de la muerte nos libró. ¡Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó!

Jesús resucitado envía a los discípulos el Espíritu Santo

LECTOR 1:  ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

TODOS: ¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya!

LECTOR 2: Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos. De repente vino del cielo un ruido, como de viento huracanado, que llenó toda la casa donde se alojaban. Aparecieron lenguas como de fuego, repartidas y posadas sobre cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu les permitía expresarse. (Hch 2, 1-4)

[BREVE SILENCIO]

LECTOR 3: El Espíritu Santo, el Espíritu que nos libra de todo temor, que siempre viene en auxilio de nuestra debilidad, que nos hace hijas e hijos, que nos invita a la fraternidad, que derrite hielos y abrasa corazones, que nos hace invocar a Dios como ¡Abba-Imma! ha sido derramado en nuestros corazones. Ahora podemos experimentar que la diversidad es riqueza, hablan diversas lenguas y se entienden.

LECTOR 4: Podemos experimentar el gozo profundo de sentirnos queridos sin condiciones por un Dios Fuente de Agua Viva que sacia nuestra sed, y que no vayamos a buscar agua a “pozos resecos que no retienen el agua”, como dice el Profeta; un Dios que es Luz ante tanta tiniebla y oscuridad, que es Resurrección y Vida ante tanta muerte. Recibamos al Espíritu que nos hace para siempre amigas y amigos del Dios de la Vida.

ORACIÓN: Señor Jesús, tú que nos invitas a reconocerte en medio de nosotros…

TODOS: ¡Haz que tu presencia resucitada nos infunda esperanza!

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Canto Final de la EstaciónHoy el Señor resucitó, y de la muerte nos libró. ¡Alegría y paz, hermanos, que el Señor resucitó!

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