Quinto domingo de Pascua (Jn 14,1-12)
El retorno del Señor Resucitado sobre la comunidad es un retorno pacificador y vivificador. Ahora es cuando pueden entender de corazón, vitalmente, con hondura, todo lo vivido por Jesús y ellos con Jesús. Ha sido necesario que Jesús “desaparezca” para que entiendan su persona y su obra, para que caigan en la cuenta quién era y quién es el Jesús de los caminos de Galilea, ahora experimentado como el Señor y Cristo.
Esto no nos tiene que sorprender en absoluto, cuando realmente caemos en la cuenta qué ha significado una persona para nosotros y para nuestras vidas es cuando ya no la tenemos al lado. Cuando la tenemos al lado somos más dados a ver la debilidades y carencias. Cuando ha desparecido y pasa tiempo nos conmovemos agradecidamente de todo lo que ha supuesto su cercanía y presencia en nuestras vidas. Cuando nos deja un amigo o un familiar, por causa de la muerte, en el vacío de la separación vamos cayendo en la cuenta de todo lo que nos regaló en su vida.
El camino que tomó Jesús en su vida fue un camino de servicio, pero los suyos no entendían que el camino de abajamiento y amor servicial, amor desvivido, era el único modo de acceder al Padre. Al Padre se accede por el servicio a sus criaturas (“pues si yo el Maestro y el Señor os he lavado los pies…”) En toda la trama pascual los discípulos y discípulas van a ir “entendiendo” de corazón a Jesús. La vida de seguimiento es proceso, siempre vamos descubriendo dimensiones, experiencias… es el Manantial de Agua Viva que no se agota.
La verdad es una palabra tan pervertida que incluso hoy se niega que exista, lo que existen son opiniones, pero hechos verdaderos no, hasta ahí hemos llegado… Esta situación provoca desasosiegos muy hondos, vacilaciones, desconciertos, necesidad de buscar, enfermizamente, seguridades en las personas e ideologías, seguir promesas inverosímiles que matan la libertad. Jesús no dice muy bien que sólo la “verdad nos hace libres”. La mentira atrapa, engaña, nubla la vista, esclaviza. La comunidad de seguidoras y seguidores de Jesús van experimentado que sólo él es la Verdad que nos lleva por el camino de la libertad.
Entiendo que la palabra asuste porque bajo la pretensión de “poseer la verdad” hemos hecho y hacemos destrozos. No posemos la verdad, sino que la Verdad nos posee. La Verdad de que Jesús habita y vive en el Padre y el Padre en él, no es un juego de palabras, sino que es el criterio para saber que vivimos en la Verdad, cuando nos acercamos a Él y experimentamos la alegría de sentirnos arraigados en el Compasivo. La única verdad es al Amor Incondicional del que nadie ni nada nos puede separar.
Él es la Vida, nuestra vida. Él la sustenta, la sostiene, es nuestra fortaleza en la debilidad, la luz en medio de nuestras oscuridades, nuestra esperanza en tiempos de incertidumbre. Lo ha acreditado dando su vida incondicionalmente por nosotros. Gracias Jesús por ser camino de vida y verdad.
Toni Catalá SJ