En un mundo que nos empuja a la prisa, el espacio de oración Contemplatio, le ha permitido a Teresa descubrir la presencia de Jesús en la quietud. Su experiencia nos muestra cómo la contemplación puede transformar nuestra mirada y nuestra relación con lo divino.
«Contemplatio supone poder acercarme a Jesús sin prisa.
Solemos decir que no hacemos muchas cosas porque no tenemos tiempo, y la consecuencia es que nos perdemos cosas de la vida y las personas. En nuestra relación con Dios creo que pasa lo mismo, nos lo perdemos por falta de tiempo. Lo conocemos, pero no lo terminamos de descubrir del todo.
Cuando vamos de excursión y en el camino hacemos un descanso, normalmente en una buena sombra, un buen árbol, buscamos una piedra para sentarnos, y al parar,… notamos la brisa que refresca, observamos el movimiento, las formas, los colores,… Todo estaba ya, pero no éramos conscientes, estábamos en marcha.
Contemplatio es como una buena sombra a mitad del camino. Parar, mirar, tomar conciencia. Contemplar a Jesús, descubrir y disfrutar de cuanto recibimos de Él.»
