“A los cristianos de todas las comunidades del mundo, quiero pediros especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente. Que todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis”. Estas palabras de Francisco en su Exhortación La alegría del Evangelio (nº 99) han estado alentando el impulso que ha tomado la comunidad cristiana que se reúne todos los domingos para celebrar la Eucaristía en el Centro Arrupe.
Un impulso que ha tenido que ver con acoger a personas separadas y divorciadas en esta comunidad o de matrimonios jóvenes con sus hijos que buscan un espacio de celebración de la fe más familiar y no tanto «una Misa para niños». Ha tenido que ver también con apoyar proyectos que atiendan a personas refugiadas, con replantearse la celebración de la Semana Santa dando paso a una Pascua+Familiar, con implicarse en la relación con la comunidad rumana ortodoxa que está en el Centro Arrupe. Un impulso que ha llevado a crear vínculos de afecto y cercanía cuando alguien pasaba dificultad o de alegría compartida cuando celebramos un bautizo o la primera comunión de alguno de los niños.
Y tras todo ello, la fuerza del Espíritu que saca lo mejor de cada uno, que despliega horizonte a la vida, que lleva a poner en el centro el Reino y todo lo que tenga que ver con él, que vincula con la persona de Jesús…
“En los Evangelios, la asamblea de Jesús tiene la forma de una familia y de una familia acogedora”, decía Francisco en una de sus Catequesis sobre la familia. Y así va tomando forma, poco a poco, esta pequeña comunidad cristiana que se reúne todos los domingos para celebrar la Eucaristía en el Centro Arrupe. El próximo curso seguiremos adelante sabiendo que #somosfamilia