Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 1-14
Domingo 28 del Tiempo Ordinario – Ciclo A
COMENTARIO
“NO QUISIERON IR… NO HICIERON CASO”
Un domingo más la liturgia nos propone una parábola del evangelio de San Mateo. Parábola que se sitúa en el mismo contexto que la del domingo anterior y que tiene la misma intención. El contexto es el de las discusiones de Jesús con las autoridades religiosas de su tiempo tras la entrada en Jerusalén (que Mateo sitúa al comienzo del capítulo 21 de su evangelio) y, de nuevo, la intención es poner de manifiesto la respuesta inadecuada de sumos sacerdotes, ancianos del pueblo y fariseos al actuar de Dios con ellos. Hoy la historia es la de invitación a un banquete de bodas (imagen de la felicidad mesiánica) y el rechazo por parte de los invitados a esa propuesta. La conclusión: “los invitados no eran dignos” y el Señor invitará a otros.
Las parábolas de Jesús, tan hermosas y clarividentes, nos permiten también a nosotros una lectura bien actual de las mismas. A nosotros que también somos privilegiados por la invitación de Jesús y que también, tantas veces, como los de la parábola, presentamos excusas y justificaciones para desoír sus llamadas. Permitidme poner algunos ejemplos de ello. No es que no sintamos las llamadas del Señor, a veces muy nítidamente, sino que nos justificamos de mil modos para no responder a ellas.
¡Cuántas veces no hemos sentido la llamada de Jesús a dar un paso más en la calidad de nuestra vida cristiana, a salir de una cierta mediocridad, de un conformismo de mínimos! ¡O cuántas veces personas jóvenes no han sentido una llamada a un compromiso de vida con Jesús y el evangelio en el sacerdocio o la vida consagrada! También en muchas ocasiones hemos sentido una llamada interior a ser más claros y más valientes en nuestro testimonio de fe en los ambientes en que nos movemos, llamada a no escondernos como cristianos, como si nos diera vergüenza manifestarnos como tales. Y seguramente muchas veces también hemos sentido que el Señor nos pedía un mayor compromiso en nuestro ámbito familiar o en nuestra sociedad con aquellas personas que sufren y a las que podemos ayudar de alguna manera, pero intentamos acallar estas llamadas y valen para nosotros las palabras de la parábola: “no quisieron ir… no hicieron caso”.
¿Por dónde van nuestras excusas y justificaciones? Unas van por aquello del “qué dirán”, “qué pensarán”, por aquello de nuestra imagen ante las opiniones de los demás. Otras tienen que ver más con nuestra comodidad o nuestra instalación o nuestro apego a cosas o situaciones a las que no queremos renunciar. Otras tienen que ver con nuestros miedos, especialmente con nuestro miedo al fracaso y nuestra falta de confianza en Dios y en nosotros mismos.
El evangelio de hoy es una invitación a la confianza en Dios y al ejercicio de nuestra libertad interior. A dejarnos de excusas y justificaciones y a responder con generosidad a quien nos invita al banquete de la vida.