EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 3, 15-16. 21-22
Fiesta del Bautismo del Señor – Ciclo C
COMENTARIO
“TÚ ERES MI HIJO, EL AMADO”
(Lucas 3, 15-16. 21-22)
Fiesta del Bautismo del Señor – Ciclo C
Con la celebración de la fiesta del Bautismo del Señor finaliza el tiempo litúrgico que comenzamos el primer domingo de Adviento, en el que toda la atención de nuestro corazón ha estado puesta en la contemplación del misterio de la Encarnación del Señor. Culminan estas semanas con una afirmación solemne que el evangelista pone en boca del Espíritu Santo en el momento en que Juan bautiza a Jesús: “Tú eres mi Hijo, el amado”. Comienza a partir de ahí la vida pública del Señor. Una afirmación hecha sobre alguien que se ha presentado ante Juan en la cola de los pecadores; una afirmación hecha no en ningún lugar solemne ni relevante, ni con testigos cualificados, sino al lado del río y con testigos humanamente irrelevantes.
¿De quién se hace esa afirmación? De alguien que ha nacido en un pesebre de un pequeño pueblo de Judea, de alguien que hasta ese momento ha vivido en un pequeño pueblo de Galilea una vida normal, incluso oscura. A partir de esa afirmación, de esa declaración solemne, ¿qué va a cambiar?, ¿significa que va a entrar en una dinámica de vida distinta? Sabemos que no.
Permitidme copiar unas preciosas palabras de un sermón de San Hipólito en el siglo III: “Éste es mi Hijo, el amado: aquél que pasó hambre y dio de comer a innumerables multitudes; que trabajaba, y confortaba a los que trabajaban; que no tenía dónde reclinar su cabeza, y lo habría creado todo con su mano; que padeció, y curaba todos los padecimientos; que recibió bofetadas, y dio al mundo la libertad; que fue herido en el costado, y curó el costado de Adán”.
En la eucaristía, como introducción al Padrenuestro, el sacerdote dice: “Llenos de alegría por ser hijos de Dios…”. También nosotros lo somos, pero ¿qué es ser “hijos de Dios”? ¿ser “hijos de Dios” al modo de Jesús?
Lo voy a expresar de un modo muy sencillo, utilizando dos locuciones muy frecuentes en nuestro día a día, que expresan justamente lo que no es “ser hijo de Dios” al modo de Jesús. Ser hijo de Dios no es ser “el hijo del amo”, el que va por la vida destacando o abusando de los demás, valiéndose de una situación de privilegio en beneficio propio. Ser hijo de Dios no es ser “hijo de papá”, el que va por la vida disfrutando de su situación e indiferente al sufrimiento de los demás, el que se permite todos los caprichos, indiferente a la suerte de sus hermanos. Ser “hijo de Dios” al modo de Jesús es vivir en la humildad, la entrega personal, el servicio gratuito.
Como nos dice el texto de San Hipólito que acabo de citar, es precisamente ese modo de ser “hijo de Dios” al modo de Jesús, y no ningún otro, el que nos permite ser salvadores con Él y llegar también nosotros a la plenitud de vida en la que Él vive.
DARÍO MOLLÁ, SJ
6 respuestas a «Comentario al Evangelio: “Tú eres mi hijo, el amado”»
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Ya soy mayor, tengo 66 años.
Ahora estoy viviendo la grandeza de JESÚS.
Tengo tiempo y puedo leer y comprender EL VERBO.
Sólo tengo una palabra
GRACIAS.
En el tiempo que me quede por vivir , deseo conocer mejor a Jesús y parecerme a EL. -
Me parece excelente la iniciativa y la realización
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Gracias Darío .por tu comentario.
Me quedo:
«No soy hija del amo»
» No soy hija de papá»
«Soy hija de Dios» -
Se nos ha bautizado para que seamos testigos del amor de Dios se nos ha ungido con su Espíritu para que seamos Palabra viva de Dios. Para Dios, todos somos importantes, todos contamos Él no hace acepcion de personas, todos le somos válidos, queridos, deseados, llamados a ser respuesta de su Amor.
Juan reconoce a Jesús como el enviado por Dios. Hoy nos toca a nosotros reconocerle en nuestras vidas.
Muchas gracias Padre Dario, siempre me ayuda su comentario -
Gracias por esas reflexiones tan sencillas y a la vez profundas, humanas. Yo me quedo con vivir con sencillez y servicio gratuito, porque «gratis lo habéis recibido, darlo gratis
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Muchas gracias por el comentario
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