EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 13, 31-35
Domingo V de Pascua – Ciclo C
Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús:
«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros.Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros».
COMENTARIO
“UNOS A OTROS”
(Juan 13, 31-35)
Domingo 5º Pascua – Ciclo C
Quizá un poco sorprendentemente la liturgia de hoy nos vuelve a situar en el precioso capítulo 13 del evangelio de San Juan, el capítulo de la última cena de Jesús con sus apóstoles. Con dos partes: la primera, la afirmación de la glorificación de Jesús, justo inmediatamente después de la traición de Judas; la segunda, el mandamiento del amor fraterno. Me voy a centrar en este segundo aspecto.
El mandamiento de Jesús es que nos amemos “los unos a los otros”. Antes, en ese mismo capítulo, Jesús ha dicho a sus discípulos después de lavarles los pies “vosotros debéis lavaros los pies unos a otros” (v. 14). Unos a otros. No dice: debéis lavar los pies a los demás. O, simplemente, debéis amar a los demás. No. En ambos casos dice “unos a otros”. Dicho de otro modo: debéis lavar los pies a los demás, y debéis dejar que los demás os laven los pies; debéis amar a los demás y debéis aceptar que los demás os amen. Importante matiz sobre el que vale la pena reflexionar.
Sucede, efectivamente, que muchas veces nos sentimos y nos creemos estupendos porque lavamos los pies a los demás, pero nos molesta que alguien venga a nosotros con la simple y sencilla intención de lavarnos los pies: “¿tú a mí?, hasta ahí podíamos llegar”. ¿Eso es humildad?: me temo que muchas veces es más soberbia que humildad. Yo amo a los demás porque soy estupendo… pero qué reticente soy a reconocer lo que debo al amor de los demás. Jesús aceptó con gusto que le lavara los pies una mujer pecadora pública (Lucas 7, 36-50).
Dejarse lavar los pies es reconocer que también nosotros tenemos suciedad y que necesitamos la misericordia de los demás. Reconocer y aceptar el amor de los demás es reconocer y aceptar que la fuente del amor no está en nosotros mismos, sino que sólo daremos el amor que hemos sido capaces de acoger y aceptar. Quien no se siente amado, no ama; a lo más, hace favores que en algún momento espera cobrar.
A veces nos preguntamos cómo es posible que haya personas cristianas tan rígidas en sus modos de entender las cosas, tan duras en sus juicios sobre los demás, tan escrupulosas sobre sus propias conductas, con una visión tan negativa de Dios, de las personas, del mundo… Quizá todo eso tenga algo que ver con que interpretan el mandamiento del Señor a medias y llegan a pensar que no deben nada a nadie. “Unos a otros”: dejémonos lavar los pies; reconozcamos y acojamos con cariño y humildad cualquier gesto de amor de esos muchos que cada día recibimos. Amor y soberbia son incompatibles; amor y humildad van de la mano.
DARÍO MOLLÁ, SJ

7 respuestas a «Comentario al Evangelio: “Unos a otros”»
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Estupenda reflexión.Amar sin condiciones,y dar sin esperar recibir.Vendra por añadidura.Gracias!!!
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Me hace bien editar. Sobre el bien que
Nos hacemos. Gracias.-
Creo que es dificil amar sino no nos dejamos amar por Xto. Pues solo su amor, hace que yo sepa amar a mis hermanos como Él ama.
Muchas gracias por su comentari. P. Dario
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Me hace bien meditar sobre el dejarse amar, cambiar la mirada del voluntarismo de “amar yo a los otros” a la aceptacion de ser amada. Creo que es el camino para ensanchar el corazón en el Amor.
Gracias. -
Parece más fácil intentar amar que dejar que te amen, quizá porque eso supone aceptar que tú eres vulnerable y necesitas sentirte amado por los demás.
Muchas gracias por la reflexión -
Muchas gracias por el comentario y por la reflexión de dejarse amar.
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Con inmensa alegría, dando generosamente, y recibibiendo con humildad, y gratitud ese amor que Él derrama constantemente en nuestra vida.
GRACIAS Dios y gracias Darío por la reflexión.

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