Por dos veces repite el evangelio de este domingo que “saltó la criatura en su vientre”, con el matiz que la segunda vez será Isabel quien lo diga reconociendo que es un salto de alegría. Curioso matiz el que añade la propia Isabel al percatarse que es la voz de María la que ha provocado la alegría del hijo que lleva en las entrañas: «en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre».
Esta reacción contrastará con la de todos aquellos personajes que, a lo largo de su Evangelio, nos irá presentando Lucas: los que no comprenden que «habrá más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento» (Lc 15:7); el hermano mayor de la parábola que rechaza participar de la alegría del padre al haber recuperado a su hijo; los que no se alegran de que los pecadores tengan fiesta y perdón, las viudas indefensas compañía y los atrofiados recuperen su libertad y autonomía.
Juan, en el vientre de su madre, será el primero de todos aquellos que saltan de alegría al escuchar que el Señor ya llega, comenzando así el tiempo nuevo de la salvación.