Orientaciones para una Pastoral Familiar (2)

Concluimos la entrega de estas orientaciones para una Pastoral Familiar.

6. Lo que sirve en unos lugares no funciona en otros. El papa no se dirige sólo a los individuos. En cada país o región se han de buscar soluciones más inculturadas, más atentas a las tradiciones y a las circunstancias locales (3). Lo que tiene sentido pastoralmente en un país puede estar fuera de lugar en otro. Por eso mismo, el magisterio, la enseñanza oficial de la Iglesia, no puede dejar las cuestiones completamente fijadas (3).

7. Se reafirma la enseñanza sobre el matrimonio, pero sin exigencias poco realistas. El matrimonio es la unión de un varón y una mujer y es indisoluble. Las parejas de personas del mismo sexo no pueden equipararse sin más al matrimonio. La Iglesia mantiene la invitación al matrimonio sacramental. Pero, por otra parte, la Iglesia ha impuesto a menudo un ideal teológico del matrimonio demasiado abstracto, alejado de la situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales (36). A veces estos fines han sido un tremendo peso (122). Por último, seminaristas y sacerdotes necesitan estar más preparados para entender la complejidad que conlleva la vida de casados. Les suele faltar la formación  adecuada para tratar los complejos problemas que deben afrontar actualmente las familias (202).

8. Los hijos deben recibir educación sobre sexualidad. En una cultura que a menudo banaliza o empobrece la expresión sexual, los hijos necesitan entender el sexo en el marco más amplio de una educación para el amor, para la entrega mutua (280). Por desgracia, el cuerpo se ve con frecuencia como un simple objeto para ser usado (153). El sexo debe ser entendido como algo abierto a la comunicación de la vida.

9. Las persona homosexuales han de ser respetadas. Aunque el matrimonio entre personas del mismo sexo no esté admitido, el papa deja claro ante todo que las personas homosexuales tienen que ser respetadas en su dignidad y tratadas con consideración y que hay que evitar cuidadosamente cualquier signo de discriminación, especialmente cualquier forma de agresión o violencia. Las familias con miembros de esta orientación necesitan un respetuoso acompañamiento pastoral por parte de la Iglesia y de sus pastores, de modo que homosexuales y lesbianas puedan realizar plenamente la voluntad de Dios en sus vidas (250).

10. Todos sean bien recibidos. Ayude la Iglesia a toda clase de familias y personas. Incluso a pesar de sus imperfecciones, todos son queridos por Dios y pueden ayudar a otros a experimentar ese amor. Amoris laetitia nos muestra el rostro de una Iglesia pastoral y misericordiosa que anima a la gente a experimentar la alegría del amor. La familia es una parte absolutamente imprescindible de la Iglesia porque, a fin de cuentas, la Iglesia no es más que una familia de familias (87).

James Martin, SJ Director del semanario America

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