«En las nuevas condiciones, que son ahora las nuestras, lo que nos importa es remontar hasta allí donde la fe tiene su fuente; es decir, hasta el corazón de la experiencia de la gente. La fuente está en las personas, en los momentos esenciales de su vida, en las experiencias más básicas en que se dieron las primeras vibraciones, los primeros rumores de la fe». Así se expresaban los Obispos de Québec en su documento «Proponer hoy la fe a los jóvenes»
En realidad, no sólo a los jóvenes sino a todos aquellos que en medio de los acontecimientos de sus vidas perciben los primeros rumores de la fe. Inesperadamente se encuentran con una intuición, con un deseo que les moviliza. Llegan ahí por caminos tan diversos como posibilidades ofrece la vida pero, en todos ellos, hay una referencia que se repite: la persona de Jesús.
Lo que intuyen, lo que desean está en relación a la persona de Jesús. Algo les dice que pueden dar pasos hacia una experiencia que hasta ahora no habían tenido como empiezan a desear o intuir. Una experiencia que tiene que ver con un encuentro, con una vinculación.
Se hacen todo tipo de preguntas pero les dan tiempo a las respuestas. Tienen miedo a que sea un montaje que se están haciendo pero confían en el deseo que se ha despertado. No ves las cosas claras pero vislumbran un horizonte.
Son como zahoríes que buscan lo que no es evidente a simple vista pero tienen la certeza de que está ahí, al alcance de sus corazones.