“Ante las trágicas situaciones de conflicto que se prolongan en diversas partes del mundo, invito a todos los fieles a una especial Jornada de oración y ayuno por la paz para el próximo 23 de febrero, viernes de la Primera Semana de Cuaresma”, con estas palabras el Papa Francisco anunció el pasado domingo, 4 de febrero, durante la oración del Ángelus, la celebración de una Jornada de oración y ayuno por la paz.
Te ofrecemos esta oración del Papa Francisco para que, si lo deseas, te puedas unir en esta Jornada a la que nos invita y te pedimos que la puedas compartir y hacer llegar a quienes desearían participar uniéndose a la oración de tantos.
Señor Jesús, adoramos tu cruz, que nos libra del pecado, origen de toda división y de todo mal; anunciamos tu resurrección, que rescata al hombre de la esclavitud del fracaso y de la muerte; esperamos tu venida gloriosa, que realiza el cumplimiento de tu reino de justicia, de gozo y de paz.
Señor Jesús, por tu gloriosa pasión, vence la dureza de los corazones, prisioneros del odio y del egoísmo; por el poder de tu resurrección, arranca de su condición a las víctimas de la injusticia y de la opresión; por la fidelidad de tu venida, confunde a la cultura de la muerte y haz brillar el triunfo de la vida.
Señor Jesús, une a tu cruz los sufrimientos de tantas víctimas inocentes: los niños, los ancianos, los cristianos perseguidos; envuelve con la luz de la Pascua a quienes se encuentran profundamente heridos: las personas abusadas, despojadas de su libertad y dignidad; haz experimentar la estabilidad de tu reino a quienes viven en la incertidumbre: los exiliados, los refugiados y quienes han perdido el gusto por la vida.
Señor Jesús, extiende la sombra de tu cruz sobre los pueblos en guerra: que aprendan el camino de la reconciliación, del diálogo y del perdón; haz experimentar el gozo de tu resurrección a los pueblos desfallecidos por las bombas: reúne bajo la dulzura de tu realeza a tus hijos dispersos por las guerras.
Virgen María, reina de la paz, tú que estuviste al pie de la cruz, alcánzanos de tu Hijo el perdón de nuestros pecados; tú que nunca dudaste de la victoria de la resurrección, sostén nuestra fe y nuestra esperanza; tú que has sido constituida reina en la gloria, enséñanos la majestad del servicio y la gloria del amor. Amén.