Este 2025, Año Jubilar de la Esperanza, celebramos que caminamos de la mano con Cristo, con la confianza de que con Él todo acabará bien. Sin embargo, a veces el camino es difícil y la noche se vuelve oscura. Así comenzó el curso, con la catástrofe de la Dana.
Compartir en comunidad nuestro pesar, nuestra pequeñez…, nos permitió seguir avanzando. Fue un verdadero ejercicio mirar este acontecimiento con ojos de esperanza. Este tono ha marcado las reuniones de los dos grupos de vida de la comunidad, la participación en varias iniciativas comunitarias de misión: Reloj de la Familia y de la Vida, Pastoral de la Iglesia, y momentos especiales como el encuentro pascual del mes de mayo.
Vivir en comunidad nos hace más fácil seguir caminando.También, en medio de las dificultades personales, la fe y la esperanza nos sustentan. Precisamente en uno de los grupos de vida hemos dedicado este año a reflexionar sobre el libro del papa Francisco “La esperanza no defrauda nunca”.
La esperanza es un regalo que hemos recibido y una oportunidad para vivirla en cada lugar por el que transitamos en nuestro quehacer cotidiano, así como en los desafíos actuales con los que nos sentimos comprometidos.
La esperanza llena de sentido la vida de quienes creemos que el binomio fe-justicia puede hacerse realidad cuando nos comprometemos. Por todo ello, en este año de celebración del Jubileo, a la luz de la esperanza –que no defrauda– hemos aprovechado para reflexionar con hondura sobre cómo ser luces que iluminan la esperanza.
Fuente: BOLETÍN CIERRE DE CURSO 2025 – CENTRO ARRUPE

