EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 12, 49-53
Domingo XX Tiempo Ordinario – Ciclo C
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.
Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
COMENTARIO
“¿PENSÁIS QUE HE VENIDO A TRAER PAZ A LA TIERRA?”
(Lucas 12, 49-53)
Domingo XX Tiempo Ordinario – Ciclo C
De entrada, el evangelio de hoy es sorprendente, muy sorprendente; provocador, muy provocador. Siempre he dicho que estos evangelios tan sorprendentes son los que hay que leer con más atención. Hay que dejarse golpear por ellos, hay que acusar el golpe a nuestros modos de entender el evangelio, a veces tan “domesticados”. Jesús dice hoy que no ha venido a traer paz, sino división, que ha venido a traer fuego.
Asociamos siempre el evangelio y la presencia de Dios a la “paz”. Pero ¿qué entendemos por paz? ¿cuál es la paz de Dios? Porque la paz de Dios no es dejar las cosas como están; el conformismo; el tragar con todo, sea lo que sea; el no meterse en líos; el no afrontar conflictos… La paz de Dios es otra cosa. Es la paz que nace de la justicia y la auténtica fraternidad; la paz que siente quien se entrega y sale de sí mismo, en medio de la batalla que eso supone casi siempre; la paz que defiende los derechos de los más débiles frente a las pretensiones de los fuertes…
No, no es esa la paz tal como el mundo la entiende y como nosotros la interpretamos tantas veces. “Déjame en paz”; pues no, Jesús no ha venido a dejarnos en paz. Ha venido a cuestionar tantos pensamientos nuestros, a desinstalarnos de tantas comodidades, a pedirnos cambios en lo personal y en lo colectivo. Todo eso que nos turba, que nos inquieta, que preferimos dejarlo de lado. Jesús quiere un mundo distinto del que hay hoy, y por eso no nos deja en paz.
“A traer fuego”. Estamos viviendo un verano en el que el fuego está siendo, por desgracia, protagonista. Un fuego que ha atacado obras humanas tan valiosas como la Mezquita de Córdoba o parajes naturales muy hermosos en todo el territorio nacional. Nos impresiona el carácter destructor del fuego y su inmensa fuerza cuando se activa. San Francisco de Asís en su Cántico de las Criaturas calificaba al “hermano fuego” como “bello, alegre, robusto y fuerte”. Seguramente en estos momentos nos impresionan más los dos últimos adjetivos: “robusto y fuerte”. Seguramente, demasiado.
¿Y Jesús dice que ha venido a “traer fuego”? Sí, porque hay cosas que “le encienden por dentro”, como a nosotros y quisiera destruir. También nosotros, ¿no? La falta de humanidad y la crueldad de unos hombres con otros, la “normalización” de la mentira como sistema de actuación y justificación de conductas, los abusos del tipo que sean de unas personas sobre otras, unas diferencias económicas y de posibilidades de vida escandalosas… Ojalá pudiéramos “quemar” de una vez todo eso para, sobre sus cenizas, construir una sociedad nueva, al modo del evangelio de Jesús.
DARÍO MOLLÁ, SJ

3 respuestas a «Comentario al Evangelio: “¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra?”»
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Dios nos quiere despiertos en camino no nos quiere dormidos y estáticos. Salir a los caminos ayudar al enfermo al necesitado al oprimido al indefenso buscar a la oveja perdida
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Esa paz que se consigue con justicia, con mirada compasiva, con diálogo, con empatía y solidaridad.
Difícil desde nuestro bienestar e inmovilismo.
¡Danos Señor el fuego de tu amor!
Gracias Darío.
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Gracias por el comentario y el significado de “paz”.

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