Señor, quiero formar unos hijos valientes y decididos. Dame, Señor, unos hijos humildes, sencillos y conscientes de que sin Ti nada son.
Que sepan oír consejos, que no les cueste descubrir sus fallos, que acepten sugerencias; que sepan que muchas veces van a estar equivocados; que sepan que nunca van a ser poseedores de toda la verdad y que, por eso, muchas veces deberán pedir perdón.
Unos hijos, Señor, que sean honrados, eficientes. Que aspiren a ser libres; que jamás callen ante las injusticias; que jamás, por defender sus intereses, pasen por encima de los derechos de los demás; y que por amor estén siempre dispuestos a perdonar.
Quiero unos hijos honestos en el manejo de los bienes propios y ajenos: que elijan padecer pobreza antes de hacer mal uso de lo que no les pertenece. Unos hijos con mentalidad de adultos, pero con ojos y corazón de niños; abiertos a ideas y a tiempos nuevos, nunca acomodados; siempre inquietos. Que encuentren la alegría en las cosas sencillas de la vida y que sepan mantener su espíritu en alto aún en los momentos difíciles.
Unos hijos que comprendan que deben formarse lo mejor posible, no para lograr dinero o para incorporarse a la sociedad de consumo, sino para servir a sus hermanos.
Quiero unos hijos que sepan poner el interés de los demás antes que el propio, y para quienes el ideal sea lograr el bienestar y la felicidad del prójimo.
Unos hijos que sepan compartir las alegrías de los otros, y también sus fracasos, tristezas y sufrimientos.
Señor, sueño con tener unos hijos que confíen en los demás, que crean en los demás; que sepan tomar decisiones, pero que sepan también delegar responsabilidades.
Quiero inculcar en mis hijos el deseo, no de ser socios de clubes, sino de ser parte de una sociedad más justa, en donde todos tengan acceso a los beneficios propios de los seres humanos.
Ayúdame, Señor, a formar unos hijos que se parezcan a Ti, capaces de llegar hasta el sacrificio con esperanza en tu triunfo y en tu resurrección.
Hay algo que te quiero pedir especialmente, y es tu gracia para nosotros sus padres. Danos tu ayuda, tu fuerza, tu amor, tu humildad, tu entrega, tu esperanza, tu alegría, tu constancia; ya que sólo pareciéndonos a Ti, viviendo todo eso que queremos y soñamos para nuestros hijos, seremos capaces de despertar en ellos esos ideales; sólo así seremos capaces de formar esos hombres nuevos capaces de construir un mundo nuevo, el mundo que Dios soñó.