Santísima Trinidad – Ciclo B (Mt 28 16-20)
Después de Pentecostés y antes de volver en la liturgia al tiempo ordinario para celebrar la vida cotidiana, nos detenemos para alabar y celebrar la Trinidad Santa. Si retomamos todo lo vivido desde que empezamos el Triduo Pascual en la tarde del jueves santo, caemos vitalmente en la cuenta de que todo lo acontecido y vivido por Jesús ha sido mostrarnos, revelarnos con sus palabras y sus hechos, una insólita percepción y vivencia de Dios.
Desde muy pronto en la comunidad se ora y se bautiza no en nombre de “dios” sino en el “Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Esto no es anecdótico ni baladí, pues a los primeros y primeras les ha cambiado radicalmente la experiencia de Dios. Tuvieron que “abrir”, reventar esta palabra para adentrarse en la misma vida de Jesús y así poder compartirla hoy también nosotros. Cuando “abren” la palabra dios, se encuentran que Jesús ha vivido en un ámbito de compasión y fidelidad. Jesús no oraba a “dios” sino al “Padre Señor de cielo y tierra” y esto le llevó no a premiar buenos y castigar malos sino a buscar a los hijos pequeños y últimos de un Padre que hace salir el sol y manda la lluvia sobre todos sus hijos. Que pena que se encontrará que los primeros y mayores no querían…
Estos amenazaron a Jesús, pero como era el Buen Pastor no se retiró y así nos mostró que su relación con el Padre era de Hijo, y como no era de siervo no se retiró porque se vivía como Hijo en las entrañas compasivas del Padre, y como este Padre para Jesús en “nuestro”, no sólo de él, no nos dejó ni dejará, “estaré siempre con vosotros”.
Jesús asume nuestra condición humana y pasó por donde nosotros pasamos, “dulce locura de misericordia los dos de carne y hueso” rezamos en los Laudes del viernes de I semana, y este dolor de Jesús, nuestro dolor, lo metió en las entrañas del Padre porque es Amor y sólo Amor. El dolor y el sufrimiento hay que aliviarlos, es lo primero que hizo Jesús, pero el Amor sin dolor y sufrimiento por la gente que se quiere no existe. El versículo mas breve de los cuatro evangelios dice “Jesús lloró” … se le ha muerto su amigo Lázaro
Jesús es fiel e incondicional, tan sólo quería reunirnos como ”la clueca reúne a sus pollitos bajo sus alas”, no quisieron entonces y también hoy nos resistimos, es más cómodo hablar de “dios”, de ley, de buenos y malos, de dentro y de fuera… pero ese no es el Dios de Jesús, el de Jesús es el que retorna a pesar de nuestro miedos y abandonos pacificándonos, “paz es mi despedida” y la “paz con vosotros” dirá a los que lo abandonaron. Decir Trinidad Santa es decir ámbito de compasión en el que siempre nos encontramos gracias a su fidelidad. Nada nos va a separar de él. Su Espíritu siempre está viniendo en auxilio de nuestra debilidad, y siempre nos está convocando a la fraternidad porque nos hace invocar al “Padre Nuestro”
Que pena que con la Trinidad Santa hayamos hecho un “misterio” tan “misterio” que lo hemos alejado de nuestro “tiempo ordinario”, ¿será porque nos es más cómodo hablar de dios a “secas” que no nos compromete gran cosa? En el ámbito de la Compasión nos movemos, existimos y somos. ¡Gracias Jesús!
Toni Catalá SJ