Ya no te quiero

Habla de haber sido abandonado por su marido, por su mujer y del sentimiento de un profundo desconcierto y confusión al no entender las razones que le daba: “ya no te quiero”. Reconoce que hubo un primer momento en que no aceptaba esas razones porque no entendía qué es lo que había podido pasar, qué le había llevado a expresar algo así. Recuerda que intentó dialogar sobre ello pero que se encontró con que no se le dejaba alternativa. Sólo sentía frustración y un gran enfado que se vio agravado al quebrarse sus creencias: “yo me casé para toda la vida”. Habla de una soledad impuesta que se inició tras la separación al tener que empezar a vivir solo en una nueva casa, sin sus hijas, sin sus recuerdos, sin lo que había sido su vida hasta ese momento.

La persona que ha pasado por esta situación identifica el impacto que produce en ella. Experimenta un fuerte sufrimiento al ver cómo se rompen los vínculos que tenía hasta ese momento con su pareja sin que pueda hacer nada porque la decisión ya está tomada. Es un proceso de desapego al que se vio obligado. El sufrimiento se ve incrementado por los recuerdos que acompañan constantemente y que afloran al encontrarse en lugares que habían sido frecuentados por el matrimonio y que ahora se evitan a toda costa.

La persona se siente hundida al quedarse sin lo que han sido hasta entonces sus puntos de apoyo: “al principio te sientes ahogado, sólo me quería morir”. La pena y la tristeza son otros de los sentimientos que aparecen junto al enfado, la agresividad y la rabia porque no se le dan razones que expliquen esa decisión unilateral, porque se le niega la posibilidad de dialogar y buscar una alternativa.

Tras esa insistencia está la creencia de que si se habla sobre lo que ha podido pasar seguro que habrá una solución. Se albergan, por tanto, esperanzas que se verán frustradas cuando se de cuenta que la decisión ya estaba tomada y que no hay voluntad de modificarla. Llega un momento en que a la persona no le queda otra alternativa que asumir una decisión que rechaza y en la que no ha tomado parte. Dolor e impotencia.