Ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño

Domingo 29 diciembre. La sagrada familia (Mt 2,13-15.19-23)

La venida del Emmanuel a este mundo nuestro es todo menos tranquila y pacífica: “Levántate, coge al niño y a su madre y huye” … “Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete” … “al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá” … “avisado en sueños, se retiró a Galilea”, tanto desplazamiento y desasosiego, tanta peripecia porque hay gentes que atentan contra la vida de los niños. ¡Que doloroso!

Sólo constatar que hoy siguen vivos los que atentan contra la vida de los niños entristece e indigna: niños y niñas desplazados, migrantes, violados, esclavos, soldados, niños y niñas mineros sin derecho a un patio de colegio… No se trata de “amargar” las navidades, se trata de ser conscientes de la Palabra de Dios que proclamamos estos días.

Celebrar hoy a María a José y al niño es celebrar que sin familia el Dios con nosotros no hubiese podido vivir en este mundo nuestro, hubiese sido triturado por los que “atentan contra la vida del niño”. La Sagrada Familia no es una proyección fantasiosa sobre la familia ideal, unida, sin conflictos, en la que todo es armonía y estabilidad, éxito, ternura… Hay familias socialmente reconocidas casi como “sagradas” que son auténticos infiernos en su interior, no nos engañemos, y hay familias socialmente percibidas como… que vamos a llamarles “familia” porque no hay más remedio, pero que son auténticos lugares de vida, de solidaridad y de defensa de los pequeños.

Una vez más tenemos que evitar miradas superficiales y mirar desde el evangelio. Sólo es sagrada la familia en la que los niños pueden crecer en cariño, seguridad y dignidad. ¿No serán sagradas tantas familias que lo arriesgan todo por sus hijos emigrando, desplazándose, protegiendo a sus hijos frente a los Herodes de hoy? ¿No serán sagradas las familias que educan a sus hijos en la solidaridad, en el compartir, en la tolerancia? ¿No serán sagradas las familias sufrientes y doloridas por tantos proyectos educativos frustrados, porque la vida pega muchos arañazos, pero que asumen con dignidad el ser señaladas por las familias que presumen de armonía y bienestar? No utilicemos a la Sagrada Familia para justificar lo injustificable: la hipocresía moral y social.

En familia vivió Jesús cuando por fin pudo “establecerse” en Nazaret. En familia aprendió a ser compasivo, a rezar, a trabajar, a empaparse de vida, a cargar con la sospecha y el desprecio (“pero si ese el hijo de María… pero si ese es el hijo de José el carpintero”). No creamos que la Sagrada Familia era venerada en la aldea. Siempre se arrastraron sospechas sobre el origen de Jesús. Siempre se sospechó de su familia, basta leer el Evangelio.

Hoy es día de caer en la cuenta y de rezar, de agradecer, por tantas familias de todo tipo y condición que siguen haciendo posible que los pequeños del Padre encuentren recintos de vida y de sentido. Que el gran criterio de discernimiento sea el que nos da San Pablo en la segunda lectura: “Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón”, que esa paz en la que puede aflorar la dignidad de Hijos e Hijas de Dios habite en las familias.

Toni Catalá SJ