Vida religiosa, llamada a mayor compasión

Tras su primera reflexión sobre la Vida Religiosa, llamada a mayor libertad enlazar, Toni Catalá sitúa esta formada de vida como llamada a mayor compasión.

Todo proceso vital de seguimiento del Señor Jesús es llegar a descubrir que él es el Manantial de Agua Viva que no se agota. Los caminos para llegar a la Fuente son diversos, como diversas somos las criaturas, diversos los carismas, y diversos los modos de estar en la vida de la Iglesia.

Las maestras y maestros de espíritu, los fundadores y fundadoras, las santas y santos del Dios de la Vida han mapeado el camino, pero el camino lo tiene que recorrer cada uno. Nadie puede recorrerlo por nosotros ni evitar el que erremos, y que en algunos momentos nos perdamos. No hacen falta “formadores”, hacen falta “hermanos y hermanas que acompañen el camino” y que lo acompañen con lealtad, cercanía y mucha compasión.

Al recorrer el camino de la vida deseando liberar nuestra libertad para anunciar reino y aliviar sufrimiento, creo que ese deseo es la vida de “votos” como nos pedía el Vaticano II a los religiosos y religiosas. Nos encontramos que al borde de los caminos de la vida están los abatidos y derrengados de este mundo, se encuentran las criaturas que no encuentran sentido y para las que la vida es una broma pesada, se encuentran los que no saben por dónde tirar… no busquemos sólo a los capaces para nuestra pastoral por santa y buena que sea.

La vida religiosa no puede pasar de largo y es verdad que normalmente no pasa de largo, pero hay que hilar muy fino para discernir si lo que estamos dando por los caminos es “oro y plata” o el “Santo Nombre de Jesús Nazareno”. El paralitico de Hechos de los apóstoles que se encontró con Pedro y Juan se puso en pie, se recupero en su dignidad de criatura, si le hubiesen dado oro y plata… seguiría siendo paralítico con “oro y plata” (Hech 3,1-10). O frenamos el acelere de la VRA o pasaremos de largo. El “oro y la plata” se gestionan, la cercanía, la escucha, el acompañar procesos… es decir, la compasión no se rige por los criterios del mundo, no se gestionan, se muestran siempre en el modo de estar en la vida.

No valen dualismos, la persona que se para compasivamente con las criaturas vulnerables, en el barrio, en el colegio, en centro de pastoral, en la parroquia… es la persona que bebe del Manantial de Agua Viva, la que pasa de largo por muchos proyectos y protocolos que llevemos encima no sabe dónde está el Manantial. El seguir haciendo camino no es lo mismo que acelerar, es saber que “aquella eterna fonte está escondida. ¡Que bien sé yo do tiene su manida, aunque es de noche!”

La compasión nos la muestra Jesús, sólo empampanándonos de él nuestra VRA cobra vida. La compasión contagia compasión, la persona que está tocada por Jesús toca nuestro corazón. Nos hacen falta hombres y mujeres compasivos en nuestras congregaciones e institutos y nos sobran perfeccionismos. Nos sobran “juicios y desprecios” como muy bien le dice San Pablo a la comunidad de Roma. Personas compasivas son las que se toman radicalmente en serio a las criaturas de Dios en su dignidad. Sigamos apostando por el futuro de la compasión y del Compasivo en un mundo cada vez más inhóspito.

Toni Catalá SJ