Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados

Domingo catorce del tiempo ordinario (Mt 11,25-30)

Jesús expresa en voz alta, el evangelio paralelo de Lucas nos dirá que invadido por alegría del espíritu (Lc 10,21), su experiencia más intima de Dios. Este domingo tenemos el fascinante don de escuchar a Jesús orando desde lo más nuclear de su percepción del Dios de Israel. Dentro del relato evangelio tenemos momentos “privilegiados” del vivir de Jesús, este es uno de ellos. Es en esta oración donde Jesús se expresa desde la “Roca” en la que está cimentando su vida, desde su anclaje vital, su Dios, su Vida, su Todo.

Jesús da gracias, alaba, bendice, al Dios que desde su Bautismo vive como Padre y Creador, Señor de Cielo y Tierra (“Tú eres mi hijo amado”). Para Jesús, Dios no es una amenaza, un amo, un sátrapa oriental que reparte suerte a su antojo, sino que es la Fuente de la Vida. Jesús a la Realidad Última, (el Misterio Absoluto, el Totalmente Otro…) la percibe y vive como Ternura y Compasión. Jesús tuvo el atrevimiento, la osadía y el coraje, “nos atrevemos a decir…”, de revelar las entrañas compasivas del “Señor de Cielo y Tierra”. Jesús cambia de raíz, da un vuelco total, a la percepción de Dios, no es una relación de amo-siervo, sino de padre-hijo. Jesús da gracias porque su vivencia de Dios la gente sencilla la entiende y los sabios y entendidos no la entienden.

Podemos caer en la trampa de creer que el Dios, “padre-madre”, que se revela en Jesús interesa a todo el mundo. Esta creencia es de una ingenuidad total o de un enmascaramiento ideológico atroz y por supuesto que interesado. Jesús constata que unos lo entienden y otros no. En las bienaventuranzas Jesús nos ha dicho que los limpios de corazón “ven a Dios”, los compasivos, los que buscan la paz, los sinceros, los no violentos, los que viven en la aflicción… éstos son para Jesús la gente sencilla. Esto es lo que canta María en el “Magnificat”, la Misericordia no deja las cosas igual.

Aquellos para los que Dios es un “premiador y castigador” nunca entenderán a Jesús. Los “sabios y entendidos” que pretender honrar a Dios pero que en el fondo lo tienen en nada, no entienden la Buena Noticia de la Compasión y la Misericordia porque al Dios de la Vida lo convierten en una variable dependiente de su comportamiento. “Si me porto bien, y por supuesto que yo me porto bien… me premias y si me porto mal, pero que normalmente los que se portan mal siempre son los otros, me castigas…” Los importantes somos nosotros y la actuación de Dios depende de la nuestra. Estos entendidos nunca se alegrarán de que el Padre salga corriendo a llenar de besos al hijo perdido que vuelve y da la misma paga a los viñadores de ultima hora que nadie contrató.

Jesús termina su oración invitando a que se le acerquen los cansados y agobiados, que se le acerquen aquellos que no pueden más, que se le acerquen aquellos que no pueden cumplir tanta norma y códigos de pureza ritual porque la vida no les da más de si. Jesús invita a que se le acerquen aquellos que las autoridades del templo consideran “chusma maldita”. Jesús nos invita a que nos acerquemos a él para encontrar alivio y respiro, para que nos sane el corazón de todo engreimiento y nos devuelva a la sencillez de los bienaventurados.

Toni Catalá SJ