Este 11 de enero, el Papa Francisco ha tenido el encuentro anual con el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. Su discurso se ha centrado en los migrantes y refugiados denunciando la situación en la que se encuentran, agravada por aquellos que trafican con su sufrimiento:
«Tristemente, seguimos escuchando también hoy la voz de Judas que sugiere vender a su propio hermano (cf.Gn 37,26-27). Es la arrogancia de los poderosos que, con fines egoístas o cálculos estratégicos y políticos, instrumentalizan a los débiles y los reducen a objetos. Allí donde una migración regular es imposible, los emigrantes se ven obligados a dirigirse, ordinariamente, a quienes practican la trata [trafficking] o el contrabando [smuggling] de seres humanos, a pesar de que son, en gran parte, conscientes del peligro que corren de perder durante la travesía sus bienes, su dignidad e, incluso, la propia vida. En este sentido, renuevo una vez más el llamado a detener el tráfico de personas, que convierte a los seres humanos en mercancía, especialmente a los más débiles e indefensos.»
Si desea leer el discurso completo, lo encontrará en este enlace