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A lo largo de las últimas tres semanas, Darío Mollá nos ha acercado al tiempo de resurrección como tiempo de reencuentro con Dios, enlazar, como reencuentro con nosotros mismos, enlazar, y como reencuentro con los otros, enlazar. Concluimos este ciclo de reflexiones con esta cuarta entrega.

IV. REENCUENTRO CON LA NATURALEZA

Comienzo mi reflexión de hoy confesando una “transgresión” litúrgica que cometo. En uno de los prefacios de las misas de los domingos se dice: “… al hombre, formado a tu imagen y semejanza, sometiste las maravillas del mundo para que, en nombre tuyo, dominara la creación”. Cuando rezo ese prefacio siempre digo: “… para que, en nombre tuyo cuidara la creación”. ¡Qué distinto es decir “dominar” que “cuidar” y cuánto daño se hace cuando se confunden ambas cosas, tanto en nuestra relación con la naturaleza como en las relaciones humanas! (los humanos, al fin y al cabo, también somos “criaturas”…)

Esta crisis que estamos viviendo ha puesto en valor esa reflexión que la humanidad viene haciendo desde hace tiempo sobre comprender nuestra relación con la naturaleza y con la creación entera de Dios no en términos de dominio, sino en clave de cuidado. Y cómo las consecuencias de una y otra dinámica son bien diversas. Si cuidamos la creación, la creación nos cuida a nosotros. Pero si nuestra lógica es la del puro y simple dominio, eso destruye la creación y acaba dañándonos a nosotros mismos.

No sé mucho de ecología y como de lo que uno no sabe es mejor que se calle, no voy a ir más lejos en esa línea. Sí que sé algo más de “ecología humana”, de ecología en las relaciones humanas, más por viejo que por letrado, y aprovecho para aplicar lo dicho hasta ahora a la aplicación de ese mismo principio, de esa distinción entre “dominio” y “cuidado”, a las relaciones entre criaturas humanas.

El cuidado debería ser la forma humana de relación porque es la que nos ayuda a todos, al que cuida y al que es cuidado, a crecer en humanidad. Pero la perenne tentación es relacionarnos con los demás no desde la clave del cuidado, sino desde la del dominio. Jesús lo tiene bien claro en su evangelio. Su mandamiento clave es un mandamiento de cuidado: “Debéis lavaros mutuamente los pies… Si lo sabéis y lo cumplís, seréis dichosos” (Jn 13, 14.17); y su advertencia es clara: “Sabéis que entre los paganos los que son tenidos por gobernantes tienen sometidos a sus súbditos y los poderosos imponen su autoridad. No será así entre vosotros… Pues este Hombre no vino a ser servido, sino a servir…” (Mc 10, 42.43.45).

Todos somos tentados de hacer del dominio nuestra forma de relación con los demás. Pensemos, por ejemplo, en tantas formas de “perversión” de la autoridad, tanto en la sociedad civil como en la Iglesia. Cuando lo que de entrada se propone como mediación del cuidado acaba siendo y/o percibido como forma de dominio hace daño a todos, por mucho que el dominio, como toda tentación, es ciego y piense que es más “eficaz” o más “beneficioso”.

Dicen que como resultado de esta crisis vamos a aprender muchas cosas… No sé si a la hora de la verdad serán tantas… Pero, que al menos y ojalá aprendamos que “cuidar” es siempre mejor que “dominar” en nuestras relaciones con la naturaleza y en nuestras relaciones con las personas.

Darío Mollá Llácer sj

Comentarios

  • Desde las alturas se domina mejor toda la panorámica. Y ese dominar no es de dominio sino de contemplación Y esa es la linea del comentario de Dario.No se puede romper la armonía del Universo, creado para dar Gloria a Dios. Y Dios lo ha hecho bien.
    A nosotros nos toca cuidarlo en efecto; y con mimo y delicadeza. Aunque solo fuera por lógica, ya que nos va en ello la supervivencia, material y espiritual. Somos egoístas ciegos. No somos astutos ni discernimos lo suficiente en nuestras acciones y pensamientos y así nos va.
    Francisco desde Asís se siente hermano de todo lo creado, incluido el ser humano

  • Gracias

  • Que bueno el hacerme caer en la cuenta de ese prefacio que una lo oye tantas veces y como cambia al decirlo desde el cuidado. Si, Dios nos mandó cuidar, para que todos pudiéramos disfrutar de todo lo creado.
    Gracias por hacerme caer en la cuenta para poder descubrir la naturaleza, las personas con lasque me encuentro cada día desde esa perspectiva, las puedo mirar y querer mucho mejor. Gracias. Feliz Pentecostés

  • Gracias, por mostrarnos y hacernos comprender esa transgresión.
    Hoy en día, parece ser que prevalece más el dominio que el cuidado, y realmente tiene que ser al revés. De nosotros depende cambiar la dinámica. Feliz día de Pentecostes.

  • Gracias, por mostrarnos el camino. Que este Pentecostes tan especial que vamos a vivir, sea el comienzo de una nueva forma de amar, cuidar y respetar todo lo que Dios nos regala a diario.

    • Elvira March Lluesma mayo 27, 2020
    • Responder

    Gracias Darío, por compartir tus reflexiones. Siempre nos ayudan a intentar vivir con otro talante.

  • En el pasaje de la Creación, en el Génesis, cada intervención de Dios culmina con la expresión “Y vio Dios que era bueno”, haciendo que esto resuene una y otra vez, hasta el final del proceso.
    ¡Qué valor tiene interpretar correctamente el sentido de “dominio” de la creación! Dominar como sinónimo de someter, doblegar, controlar, subyugar… ¡Qué error! ¿no? ¿Acaso podemos los hombres “dominar”, así entendido, la obra de Dios y todas sus bondades, atendiendo a nuestro propio criterio? Creo que cuando lo intentamos (aunque sea sin malas intenciones) se nos acaba escapando y lo que “vio Dios que era bueno” acaba desnaturalizandose, enajenandose, alejándose del proyecto original… Partimos de una excelente materia prima que se nos ha regalado pero acabamos con un producto final no tan bueno. Sin embargo, cuando entendemos por “dominar” el equivalente a “conocer” (como por ejemplo, quien domina una lengua o una ciencia) la cosa da un giro importante: darse cuenta del inmenso regalo que supone que se nos conceda poder llegar a conocer la Creación de Dios y participar de sus bondades. Y fruto de la participación de ese conocimiento (o dominio) nace una actitud muy distinta a la de violentar a la creación, para dominarla y subyugarla con prepotencia; ante ese “dominio-conocimiento” creo que nace una actitud de asombro temeroso y respetuoso al sabernos participes de ese “algo que vio Dios que era bueno” y que también nosotros , como El, porque es su voluntad, podemos llegar a “ver que es bueno” y disfrutar de esa visión. Así contemplado, el mundo no es sólo polvo que pateamos bajo nuestros pies.
    Después de esta reflexión, me dio curiosidad acudir al diccionario y descubrí otras acepciones de dominar: “Divisar una extensión considerable de terreno desde una altura”; ” Sobresalir entre otros, ser más alto que ellos”
    También son otra formas interesantes de interpretar ese “dominio”. Gracias por la reflexión. Un saludo

    • gracias María, por ahondar en ese dominio como acercamiento asombrado, respetuoso, profundo (descalzándonos) que nos produce mas asombro y reconocimiento de la bondad. Como dices, Darío, eso nos puede guiar en la relación con la naturaleza y con los procesos de las personas. Gracias.

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