Tanto amó Dios al mundo

Domingo de la Santísima Trinidad (Jn 3,16-18)

En el imaginario cristiano que tenemos metido dentro la Santísima Trinidad es un misterio; y misterio es lo inexplicable por excelencia, lo que no se puede entender, lo profundamente escondido y secreto, lo arcano, por tanto lo que no se puede explicar y tan sólo cabe “creer”: Para unos es un dogma impuesto que sólo da que hacer a los teólogos más o menos “ociosos”. Para otros, estudiantes de teología y aledaños, una asignatura más o menos esotérica y complicada que hay que pasar … o sea que para la vida concreta y cotidiana no significa absolutamente nada. ¡Qué pena más grande!

Hemos visto y celebrado estos domingos pasados que, a los primeros y primeras, al calor del sentirse queridos y pacificados (“no ardía nuestro corazón…”) por el Crucificado-Resucitado, la palabra “dios a secas” les estalló en las manos. No daba de sí para expresar todo lo vivido y sentido por Jesús y con Jesús. Querían expresar que Dios era ese “Abba-Imma” (Padre-Madre) que llevó a Jesús a querer entrañablemente a los abatidos de su pueblo, que se conmovía y curaba a los enfermos, que se sentía fascinado por los pequeños y los abrazaba, que le dolía la dureza de corazón de los que se sentían a bien con Dios y depreciaban a los demás, que oraba a un Dios que convirtió toda su vida en servicio hasta el final, que no pidió nada para sí sino que tan sólo pidió que nos amáramos…

La palabra “dios” la tuvieron que “estirar”, que “reventar” porque en Jesús se manifestó como un Dios loco de amor por su mundo y sus criaturas. Entonces empezaron a orar y a vivir en el “Nombre del Padre, y del Hijo, y del Santo Espíritu”, y esto antes de que los teólogos sistematizaran nada, ni la jerarquía declarase nada, no lo olvidemos. Fue el santo pueblo de Dios, como le gusta nombrar el papa Francisco, al común de los cristianos, los que dieron lugar a la radical novedad del “dogma” de la Trinidad… para sabiduría la de la gente sencilla… dice Jesús.

Claro que la Trinidad Santa es un misterio, pero misterio es aquello que vivimos cada día y nos desborda el lenguaje. “No hay palabras…” decimos cuando queremos expresar algo que nos ha conmovido profundamente. Los primeros cristianos se quedaron sin palabras y tuvieron, contra toda lógica y contra todo lo políticamente correcto en el ámbito cultural judío y griego, que ser creativos, peleando con el lenguaje para expresar y celebrar que el “Misterio Absoluto”, la “Realidad que últimamente todo lo determina”, el “totalmente Otro” … en Jesús se ha mostrado, se ha revelado, como un Ámbito de Compasión. (“yo te bendigo Padre… venid a mi los cansados y agobiados…).

Que pena que algunos queramos ser contraculturales, alternativos y todas esas cosas que no digo que no sean santas y buenas y al mismo tiempo no sepamos narrar la fascinante historia de Jesús con su Dios-con nosotros… Toda esa narración es la Trinidad Santa. Hay que reconocer que Jesús les dejó, nos dejó, un problema a sus seguidores y es que en cualquier época el Evangelio no es más de lo mismo, es novedad, y lo nuevo no se «puede decir con lo de siempre”, por eso estamos abocados a la escucha continua del Espíritu. El Misterio de Amor que nos desborda impide que al Dios Vivo lo convirtamos en un ídolo fosilizado.

Toni Catalá SJ