Domingo 3º de Pascua – Ciclo C (Juan 21, 1-19)
La liturgia de este tercer domingo de Pascua nos invita a contemplar el último capítulo del evangelio de Juan: la aparición de Jesús a un grupo de discípulos (siete) junto al lago de Tiberíades en una nueva pesca milagrosa tras una noche de pesca infructuosa. Es una escena muy compleja, llena de matices y con un rico contenido teológico. En este breve comentario resulta imposible desentrañar todos sus significados por lo que me voy a centrar sólo en el momento final: el diálogo entre Pedro y Jesús de los versículos 15 a 19.
También se puede leer e interpretar este diálogo desde muchos ángulos. Voy a escoger sólo uno de ellos: como ejemplo del modo de perdonar de Jesús, que es horizonte y referencia para el perdón cristiano. Un diálogo de perdón que se refiere al pecado de la triple negación de Pedro a Jesús en el momento de la pasión. Señalaré tres aspectos:
El diálogo comienza por iniciativa de Jesús, la persona ofendida: “Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro”. Nunca es fácil para aquel que ha ofendido tomar la iniciativa de acercarse a pedir perdón: nos frenan la confusión y la vergüenza en unos casos, el orgullo que nos pone a la defensiva en otros, casi siempre la incertidumbre en saber cuál será la actitud o la respuesta del ofendido. Pero Jesús se lo pone fácil a Pedro: es él el que inicia el diálogo. Jesús no va por la vida de ofendido, ni castigando con su silencio, ni ninguna de esas poses que a veces tomamos cuando nos sentimos ofendidos. Perdonar es tomar la iniciativa del acercamiento.
“¿Me amas?”: la triple pregunta de Jesús, que se corresponde con la triple negación del pasado, es, sin embargo, una pregunta formulada en presente. No hay pregunta por el pasado: ¿Qué hiciste? ¿por qué lo hiciste? ¿qué te pasó? A Jesús no le importa el pasado, sino el presente, Jesús no quiere hurgar en la herida sino sanarla. Seguramente Jesús ya había perdonado a Pedro aquella misma noche cuando “El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro” (Lucas 22, 61). Lo que ahora pretendía era que con su afirmación de amor a Jesús Pedro se sintiese liberado de su sentimiento de culpa. Perdonar es iniciar un nuevo presente.
“Apacienta mis ovejas… Dicho esto añadió ‘Sígueme’”. Jesús le renueva a Pedro su invitación al seguimiento y su misión como Pastor de su Iglesia. Jesús le renueva la confianza, pese a todo lo que ha pasado. Y precisamente ahora que Pedro ha experimentado en carne propia su debilidad y ha fracasado de forma visible ante sus compañeros. No queda nada de aquel Pedro que antes de la pasión dijo aquello de “Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré” (Mateo 26, 33). Perdonar es devolver la confianza, algo que nos cuesta muchísimo respecto a personas que nos han decepcionado.
Es el “horizonte” del perdón cristiano… ¡Ojalá el Espíritu de Jesús nos conduzca por ese camino!
Darío Mollá SJ
perdonar es que no te deban nada. Haberlo olvidado todo.