MARÍA EN EL EVANGELIO DE SAN JUAN

El evangelista Juan nos habla de “la madre de Jesús” sólo en dos pasajes, pero ambos de gran importancia: el pasaje de la boda en Caná “el comienzo de los signos que realizó Jesús” y el momento de la Crucifixión que es “la hora” en que se manifiesta la gloria de Jesús con su entrega.

El narrador habla de “la madre de Jesús”, pero Jesús se dirige a ella en los dos pasajes como “Mujer”. Eso no es un término despectivo, sino poner a María en un plano muy superior al de la pura madre biológica de Jesús. Figura del Israel creyente, Madre del “nuevo” Israel, nueva Eva que da a luz hijos para una vida nueva.

Textos para la contemplación

Juan 2, 1-12 Al tercer día se celebraba una boda en Caná de Galilea; allí estaba la madre de Jesús. También Jesús y sus discípulos estaban invitados a la boda. Se acabó el vino, y la madre de Jesús le dice: No tienen vino. Le responde Jesús: ¿Qué quieres de mí, mujer? Aún no ha llegado mi hora. La madre dice a los que servían: Haced lo que os diga. Había allí seis tinajas de piedra para las abluciones de los judíos, con una capacidad de setenta a cien litros cada una. Jesús les dice: Llenad de agua las tinajas. Las llenaron hasta el borde. Les dice: Ahora sacad un poco y llevádselo al maestresala. Se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde procedía, aunque los sirvientes que habían sacado el agua lo sabían, se dirige al novio y le dice: Todo el mundo sirve primero el mejor vino, y cuando los convidados están algo bebidos, saca el peor. Tú, en cambio, has guardado hasta ahora el vino mejor. En Caná de Galilea hizo Jesús esta primera señal, manifestó su gloria y creyeron en él los discípulos. Después, bajó a Cafarnaún con su madre, sus hermanos y discípulos, donde se detuvo allí varios días.

Juan 19, 25 27 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y al lado al discípulo predilecto, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.

La mujer vinculada a las necesidades de su pueblo

La mujer vinculada y sensible a las necesidades de su pueblo (como aparece también en el Magnificat lucano): no dice “no hay vino”, sino “no tienen vino”. Una mujer atenta a las necesidades de su pueblo, capaz de hacerlas suyas y de presentárselas a Jesús.

La mujer de fe

La mujer de fe en que Dios va a cumplir las promesas de su pueblo y que ve en Jesús la actualización de esas promesas de Dios. Una fe que invita a compartir a su pueblo: “Haced lo que él os diga”. La fe de María es contagiosa: el relato de la boda acaba diciendo que “creyeron en él sus discípulos”. María es la primera creyente y que con su fe suscita y sostiene la fe de los discípulos.

La mujer fiel

La mujer fiel que “estaba junto a la cruz de Jesús”. Fiel hasta el final, fiel en las circunstancias más difíciles, fiel cuando todos habían abandonado y huido. En la fidelidad y por su fidelidad es madre de los discípulos. Acogerla a ella como Madre es sumarnos a esa fidelidad.

Tras la contemplación de estas escenas nos podemos preguntar qué llamadas de Dios sentimos tanto personal como comunitaria o institucionalmente: ¿cuál es el mensaje de María a los creyentes y a la Iglesia de hoy?

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