“… Para la fe, Cristo no es solo aquel en quien creemos, la manifestación máxima del amor de Dios, sino también aquel con quien nos unimos para poder creer. La fe no solo mira a Jesús, sino que mira desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: es una participación en su modo de ver… Jesús, su Hijo, se presenta como aquel que nos explica a Dios (Juan 1, 18)… La importancia de la relación personal con Jesús mediante la fe queda reflejada en los diversos usos que hace San Juan del verbo “credere”. Junto a “creer que” es verdad lo que Jesús nos dice (Juan 14, 10; 20, 31), san Juan usa también las locuciones “creer a” Jesús y “creer en” Jesús. “Creemos a” Jesús cuando aceptamos su Palabra, su testimonio, porque él es veraz (Juan 6, 30). “Creemos en” Jesús cuando lo acogemos personalmente en su vida y nos confiamos a él uniéndonos a él mediante el amor y siguiéndolo a lo largo del camino” (Juan 2, 11; 6, 47; 12, 44)” (nº 18)
La fe como experiencia de encuentro personal con Jesús. Experiencia y encuentro personal… No mero conocimiento teórico… Cuidar la fe es cuidar el encuentro, crecer en la fe es profundizar en nuestra experiencia. No hay fe “viva” sin encuentro.