“NOSOTROS CREEMOS” (Juan 6, 69)

El punto de partida de nuestro retiro de hoy es una invitación a hacer nuestra esta contundente afirmación del apóstol  Pedro en un momento de crisis y abandono de muchos de los que seguían a Jesús. En este tiempo pascual somos invitados, de nuevo, a “creer”, a afirmar que “nosotros creemos”. Os propongo como punto de partida de nuestra reflexión de hoy cinco textos de la primera encíclica del Papa Francisco “La luz de la fe” (29 de junio de 2013) que son otras tantas reflexiones sobre el sentido hondo de nuestra fe.

La fe como don de Dios

“En la fe, don de Dios, virtud sobrenatural infusa por Él, reconocemos que se nos ha dado un gran Amor, que se nos ha dirigido una Palabra buena, y que, si acogemos esa Palabra, que es Jesucristo, Palabra encarnada, el Espíritu Santo nos transforma, ilumina nuestro camino hacia el futuro, y da alas a nuestra esperanza para recorrerlo con alegría. Fe, esperanza y caridad, en admirable urdimbre, constituyen el dinamismo de la existencia cristiana hacia la comunión plena con Dios” (nº 7).

Los dones se acogen con humildad y se agradecen, se cuidan con cariño, se comparten con alegría… ¿Vivimos así nuestra fe?

La fe como vinculación con Jesús

“… Para la fe, Cristo no es solo aquel en quien creemos, la manifestación máxima del amor de Dios, sino también aquel con quien nos unimos para poder creer. La fe no solo mira a Jesús, sino que mira desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: es una participación en su modo de ver…  Jesús, su Hijo, se presenta como aquel que nos explica a Dios (Juan 1, 18)… La importancia de la relación personal con Jesús mediante la fe queda reflejada en los diversos usos que hace San Juan del verbo “credere”. Junto a “creer que” es verdad lo que Jesús nos dice (Juan 14, 10; 20, 31), san Juan usa también las locuciones “creer a” Jesús y “creer en” Jesús. “Creemos a” Jesús cuando aceptamos su Palabra, su testimonio, porque él es veraz (Juan 6, 30). “Creemos en” Jesús cuando lo acogemos personalmente en su vida y nos confiamos a él uniéndonos a él mediante el amor y siguiéndolo a lo largo del camino” (Juan 2, 11; 6, 47; 12, 44)” (nº 18)

La fe como experiencia de encuentro personal con Jesús. Experiencia y encuentro personal… No mero conocimiento teórico… Cuidar la fe es cuidar el encuentro, crecer en la fe es profundizar en nuestra experiencia.  No hay fe “viva” sin encuentro.

La fe como fidelidad

“… la Biblia, para hablar de la fe, usa la palabra hebrea ‘emûnah, derivada del verbo ‘amán”, cuya raíz significa “sostener”. El término ‘emûnah puede significar tanto la fidelidad de Dios como la fe del hombre. El hombre fiel recibe su fuerza confiándose en las manos de Dios. Jugando con las dos acepciones de la palabra – presentes también en los correspondientes términos griego (pistós) y latino (fidelis) -, san Cirilo de Jerusalén ensalza la dignidad del cristiano, que recibe el mismo calificativo que Dios: ambos son llamados “fieles”.  San Agustín lo explica así: “El hombre es fiel creyendo a Dios, que promete; Dios es fiel dando lo que promete al hombre” (nº 11)

Fe como creer que Dios nos sostiene y cumple sus promesas: ese es el sentido de las palabras fiel y fidelidad… Jesús como ejemplo vivo de fe en su Padre siempre, en vida y en muerte… La fidelidad de Jesús  a su misión y a su Padre es lo que nos revela más hondamente la fidelidad del Padre a sus promesas.

La fe como apuesta por la dignidad de toda persona humana

“… gracias a la fe, hemos descubierto la dignidad única de cada persona, que no era tan evidente en el mundo antiguo. En el siglo II, el pagano Celso reprochaba a los cristianos lo que le parecía una ilusión y un engaño: pensar que Dios hubiera creado el mundo para el hombre, poniéndole en la cima de todo el cosmos… En el centro de la fe bíblica está el amor de Dios, su solicitud concreta por cada persona, su designio de salvación que abraza a la humanidad entera y a toda la creación, y que alcanza su cúspide en la encarnación, muerte y resurrección de Jesucristo. Cuando se oscurece esta realidad, falta el criterio para distinguir lo que hace preciosa y única la vida del hombre” (nº 54)

La fe en Dios sostiene la apuesta incondicional por la dignidad de toda persona humana que se basa en la apuesta amorosa de Dios por toda persona humana… Y la fe en Dios sostiene la apuesta por el cuidado de la Creación como obra de Dios…  La historia humana es bien significativa al respecto…

La fe y el sufrimiento humano

“ … La luz de la fe no disipa todas nuestras tinieblas, sino que como una lámpara, guía nuestros pasos en la noche, y esto basta para caminar. Al hombre que sufre, Dios no le da un razonamiento que explique todo, sino que le responde con una presencia que le acompaña, con una historia de bien que se une a toda historia de sufrimiento para abrir en ella un resquicio de luz. En Cristo, Dios mismo ha querido compartir con nosotros este camino y ofrecernos su mirada para darnos luz. Cristo es aquel que, habiendo soportado el dolor, “inició y completa nuestra fe” (Hebreos, 12, 2)” (nº 57)

La fe luz y acompañamiento en el dolor humano: el que nosotros sufrimos y el que nosotros acompañamos…

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