Punto de encuentro

El Centro Arrupe y CeiMigra tienen una participación singular en los actos del octavario de oración por la unidad de los cristianos en Valencia. En efecto, todos los domingos, desde hace más de tres años, celebran la eucaristía católicos romanos y ortodoxos rumanos en sendas capillas. El trato entre los miembros de ambas comunidades despierta simpatía, aprecio y afecto. Se buscan ocasiones para la celebración conjunta, las comidas de hermandad. Y el octavario da ocasión.

Los miembros de una y otra comunidad son conscientes de las diferencias de rito y de disciplina (regulación de los ayunos y abstinencias, del acceso a la comunión…). Pero no acaban de entender cuáles de esas diferencias son motivo de separación. Por eso, este año, hemos ofrecido una conferencia con el título Desencuentros y reencuentro entre católicos y ortodoxos: una mirada histórica sobre las razones que llevaron al cisma, y los pasos que se van dando para restaurar la unión. Un modo de contextualizar la experiencia que predomina: la comunión en la diversidad, y el anhelo de la comunión plena en esa misma diversidad.

Hemos celebrado la oración común el último día del octavario. Ha sido al finalizar las celebraciones eucarísticas respectivas. La oración ha tenido un toque de solemnidad en la procesión de entrada, abierta por la cruz alzada y los ciriales. La aspersión con agua bendita, signo de reconciliación y memoria del bautismo, ha sido realizada por el P. Dumitru Daniel Toadere, párroco ortodoxo rumano, y el P. Ignacio Dinnbier SJ, director del Centro Arrupe. Se han tomado oraciones y cantos de las tradiciones litúrgicas de Oriente y Occidente. Después de escuchar el diálogo entre Jesús y la Samaritana –común a todas las celebraciones de este octavario en el mundo entero-, hemos recitado el Símbolo tal como quedó fijado en los concilios de Nicea y Constantinopla, antes de la adición del filioque en Occidente, que fue uno de los motivos esgrimidos en el cisma de 1054. No se trata de detallar el desarrollo de la celebración, sino de agradecer la profunda experiencia de hermandad en esta oración conjunta. Y, como en años anteriores, la comida compartida pone de relieve las ganas de festejar y agasajar. Ambas comunidades esperan ya la próxima ocasión de encuentro, sabiendo que menudean las visitas de miembros de una y otra comunidad a “la otra capilla” para orar.

Pep Baudes, jesuita y Director del Ceimigra