Patear adelante

“Es preciso esclarecer aquello que pueda ser un fruto del Reino y también aquello que atenta contra el proyecto de Dios”. Así lo expresaba Francisco en el nº 51 de La alegría del Evangelio y así lo está haciendo, aplicando aquello a lo que él mismo exhorta “a entrar en un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma” (AG 30)

Este es el proceso en el que situará a la Iglesia en su relación a los jóvenes en el próximo Sínodo de los Obispos (2018) sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.

Pero no hay que esperar hasta entonces para comprobar que Francisco ya está poniendo en claro lo que percibe sobre la situación de los jóvenes. Y así, durante la Jornada Mundial de la Juventud (2013) reconoció una realidad que se les impone al afirmar que “el porcentaje que hay de jóvenes sin trabajo, sin empleo, es muy alto, y es una generación que no tiene la experiencia de la dignidad ganada por el trabajo” y que tras ello “estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los jóvenes”.

Pero Francisco ha ido más allá y en la Jornada Mundial de la Juventud (2016) identificó un dinamismo que se da en el interior de los propios jóvenes. Es el miedo que conduce al encierro y que siempre va acompañado por la parálisis: “Sentir que en este mundo, en nuestras ciudades, en nuestras comunidades, no hay ya espacio para crecer, para soñar, para crear, para mirar horizontes, en definitiva para vivir, es de los peores males que se nos puede meter en la vida, especialmente en la juventud”.

En medio de la realidad de la exclusión que se les impone y del miedo interiorizado que les lleva al encerramiento y la parálisis, Francisco les recuerda la posibilidad de ser engañados y de engañarse.

Es un engaño muy sutil pero eficaz, reconocía el mismo Francisco en la JMJ (2016). “En la vida hay otra parálisis todavía más peligrosa y muchas veces difícil de identificar; y que nos cuesta mucho descubrir. Me gusta llamarla la parálisis que nace cuando se confunde «felicidad» con un «sofá». Sí, creer que para ser feliz necesitamos un buen sofá. Un sofá que nos ayude a estar cómodos, tranquilos, bien seguros. Un sofá contra todo tipo de dolores y temores. La «sofá-felicidad», es probablemente la parálisis silenciosa que más nos puede perjudicar, que más puede arruinar a la juventud”.

¿Su propuesta a los jóvenes? La hizo en la JMJ (2013) empleando una imagen muy gráfica: “por favor, no se metan en la cola de la historia. Sean protagonistas. Jueguen para adelante. Pateen adelante. Jueguen adelante siempre”.