Palabras para Clara

El pasado 21 de Junio, Francisco viajaba a Turín y allí se encontraba con los jóvenes. Tres de ellos, Chiara, Sara e Luigi, le planteaban cuestiones sobre el amor, la vida y los amigos. Una vez más, Francisco dejó a un lado el discurso preparado y respondió espontáneamente a cada uno de estos jóvenes. Estas son sus palabras a Chiara que nos devuelve a la visión inspirada desde el Evangelio:

«Así, Chiara, responderé a tu pregunta: «A menudo nos sentimos desilusionados precisamente en el amor. ¿En qué consiste la grandeza del amor de Jesús? ¿Cómo podemos experimentar su amor?». Y ahora, sé que sois buenos y me permitiréis hablar con sinceridad. No quiero ser moralista, pero quiero decir una palabra que no gusta, una palabra impopular. También el Papa debe arriesgar algunas veces en las cosas para decir la verdad. El amor está en las obras, en la comunicación, pero el amor es muy respetuoso de las personas, no usa a las personas, es decir, el amor es casto. Y a vosotros, jóvenes en este mundo, en este mundo hedonista, en este mundo donde solamente se publicita el placer, pasarlo bien, darse la buena vida, os digo: sed castos, sed castos.

Todos nosotros en la vida hemos pasado momentos en los que esta virtud era muy difícil, pero es precisamente el camino de un amor genuino, de un amor que sabe dar la vida, que no busca usar al otro para su propio placer. Es un amor que considera sagrada la vida de la otra persona: te respeto, no quiero usarte, no quiero usarte. No es fácil. Todos sabemos las dificultades para superar esta concepción «facilista» y hedonista del amor. Perdonadme si digo una cosa que no os esperabais, pero os pido: haced el esfuerzo de vivir castamente el amor.

Y de esto se deriva una consecuencia: si el amor es respetuoso, si el amor está en las obras, si el amor está en la comunicación, el amor se sacrifica por los demás. Mirad el amor de los padres, de tantas mamás, de tantos papás que por la mañana llegan cansados al trabajo porque no han dormido bien por cuidar a su propio hijo enfermo, ¡esto es amor! Esto es respeto. Esto no es pasarlo bien. Esto es —vayamos a otra palabra clave—, esto es «servicio». El amor es servicio. Es servir a los demás. Cuando Jesús, después del lavatorio de los pies, explicó el gesto a los Apóstoles, enseñó que hemos sido creados para servirnos unos a otros, y si digo que amo pero no sirvo al otro, no ayudo al otro, no le permito ir adelante, no me sacrifico por el otro, esto no es amor. Habéis llevado la cruz [la cruz de la Jornada mundial de la juventud]: allí está el signo del amor. La historia de amor de Dios comprometido en las obras y en el diálogo, con respeto, con perdón, con paciencia durante tantos siglos de historia con su pueblo, termina allí: su Hijo en la cruz, el servicio más grande, que es dar la vida, sacrificarse, ayudar a los demás. No es fácil hablar de amor, no es fácil vivir el amor. Pero con estas cosas que he respondido, Chiara, creo que te he ayudado en algo, en las preguntas que me hacías. No sé, espero que te sean útiles.