«Mantengamos intacto el principio: el que se abre a sí mismo hacia el exterior, debe no menos abrirse hacia el interior, esto es hacia Cristo. El que tiene que ir más lejos para socorrer necesidades humanas, dialogue más íntimamente con Cristo. El que tiene que llegar a ser contemplativo en la acción procure encontrar en la intensificación de esta acción la urgencia para una más profunda contemplación. Si queremos estar abiertos al mundo debemos hacerlo como Cristo, de tal manera que nuestro testimonio brote como el suyo, de su vida y de su doctrina. No temamos llegar a ser como Él, señal de contradicción y escándalo. Por lo demás, ni siquiera Él fue comprendido por muchos.»
+ 5 de febrero de 1991, Pedro Arrupe, Superior General de la Compañía de Jesús