No se puede estar al servicio de dos señores

Vigésimo quinto domingo (Lucas 16,1-13)

Jesús nos sigue descolocando. La parábola de este domingo la dirige a sus discípulos. No olvidemos que en el evangelio de Lucas las parábolas siempre van dirigidas a un grupo de gente determinada. Parábola desconcertante porque alaba la deshonestidad ingeniosa, del administrador para asegurarse el futuro a costa de engañar al “hombre rico”. No lo adornemos porque esto es lo que leemos. Jesús es un hombre empapado de vida, sabe que la vida misma esta llena de enredos, corruptelas y corrupciones, llena de honestidad y de vileza… Que facilidad tiene Jesús para hablar el lenguaje de la gente.

Lo que Jesús presenta a los suyos, “ciudadanos de la luz”, como modelo y referencia es la sagacidad y astucia de “los ciudadanos de este mundo”. Esto se entiende en la medida que percibimos que para Jesús “Dios” y el “dinero” están en frontal oposición, son dos dinámicas opuestas, son dos reinos en colisión, dos lógicas en confrontación.

No se puede estar “entre ambas aguas”. El Dios de la Vida, el Padre Nuestro del Cielo que se está revelando en Jesús, nos lleva por el camino de la compasión, de la mesa compartida, del salir a buscar al que vuelve, de la sencillezpero Jesús sabe que esto lo intentamos vivir en este mundo y no en otro, sabe que este mundo es endiabladamente complejo y está dominado, configurado por el dios “Dinero”. Jesús no se marchó al desierto de Qumrán para vivir como un asceta esenio. Lo fascinante de Jesús es que tira por el camino más difícil. En este sentido no lo pone complicado… pero es que la vida misma es complicada

El ídolo riqueza es mortal de necesidad. Este “dios” si que pide sacrificios, atrapa, genera dependencias, genera códigos de comportamientos férreos y esclavizantes: éxito, apariencia, sometimiento, vivir exclusivamente para él, acumular, acumular, acumular… Lo que les dice y nos dice Jesús es: burlaros del ídolo, no le hagáis el juego y si tenéis que trampear con el ídolo para que se beneficien los pobres, hacedlo. Me parece una genialidad arriesgada de Jesús, pero es que el evangelio, lo repito este domingo, no es más de lo mismo. Esta parábola suena mal a aquellos que viven esclavizados al Ídolo y no se permiten una broma ni un lenguaje políticamente incorrecto ante él.

Jesús nos invita a ser astutos con el ídolo, a tomar distancia. Sabe que vivimos en su mundo, pero Jesús sabe abrir brechas y fisuras en el mundo del señor dinero para que entre una luz distinta.  Vivir en el mundo, pero servir, servir sólo al Dios de la Vida.

Este domingo no va mal escuchar al profeta Amós (8, 4-7) que denuncia a los que “modifican la balanza con engaño para comprar al indigente por plata”, Jesús nos viene a decir que a vece hay que modificar las balanzas, aunque sea con astucia para liberar a los pobres de su esclavitud. Servir sólo al Dios de la Vida. Al ídolo engañarlo para que no nos atrape.

Toni catalá SJ