Nadie me quita la vida, yo la entrego libremente

Domingo 4º de Pascua – Ciclo B (Jn 10,11-18)

Los seguidores de Jesús ahora van entendiendo quién era y qué ha significado todo su vivir. Cuando una persona a la que hemos querido entrañablemente deja de estar con nosotros y va pasando el tiempo de su partida, caemos en la cuenta hondamente de lo que ha supuesto su vida para nosotros, y emergen dimensiones vividas que mientras estábamos con ella, día a día, no percibíamos, se nos escapaban.  La comunidad de Juan percibe que Jesús ha sido, y es, el Buen Pastor (detrás de esta imagen que bueno sería releer el capítulo 34 del profeta Ezequiel)

“Al asalariado no le importan las ovejas”, no le importan las criaturas del Dios de la Vida. Cuando a Dios se le tiene por un amo, señor de vida y haciendas, no es posible una relación de filiación y confianza. Se tiene una relación de asalariado, de miedo y temor, y lo único que importa es la paga, y “si yo cuido tus ovejas dios-amo no es porque me importen en absoluto, lo que me importa es lo que me vas a dar por cuidarlas”. No hay manipulación más atroz de las criaturas más vulnerables que utilizarlas para la propia satisfacción y búsqueda de paga, y la paga tiene tantas figuras… honra, prestigio, coherencia. Pidamos caminar muy humildemente.

Esta relación amo-asalariado es perversa. Qué peligrosa es la expresión “esto lo hago por Dios”, es decir, no lo hago por ti, tú no me importas, tú tan solo eres el pretexto para la recompensa que el dios-amo me va a dar porque es un dios “que premia bueno y castiga malos”. Esta gente, a la hora de la verdad, ante la adversidad, ante la amenaza huye porque no ven que “Dios habita en sus criaturas”, como tan bellamente nos dice Ignacio de Loyola. Abandonar a las criaturas es abandonar al mismo Dios de la Vida.

El Buen Pastor, que es Jesús, ante la adversidad no huye porque quiere a las ovejas, las conoce por su nombre, nos conoce y nos quiere y por eso no nos deja. Para Jesús, Dios no es un amo con el que me relaciono como asalariado, si no que es el Padre y Creador, ante el que nos vivimos como hijos e hijas convocados a la fraternidad. Jesús es el hombre fiel, ni abandona ni nos deja solos en la adversidad. O Dios es un Amo o es la Fuente de la Vida. Según qué imagen de Dios tengamos, nuestra vida tira por el camino del miedo y del temor, o tira por el camino de la libertad, del respiro y del evangelio.

Pero ahora Jesús dice algo impresionante: “la vida no la quitáis, la doy”. Esto es el amor hasta el extremo. Jesús prefiere ceder la vida, soltarla, darla, entregarla antes que autoafirmarse, acreditarse, generando violencia, sufrimiento y muerte. Jesús prefiere abandonarse con los abandonados, sufrir con los sufrientes, perder con los perdedores, caer con los que caen, ser maltratado con las y los que son maltratados… Jesús no puede de ninguna manera utilizar el Poder de Dios que posee para destrozar criaturas, porque el Poder de Dios es la debilidad del amor y del servicio, lo demás es seguir alimentando las dinámicas de odio y violencia. ¡Que ganas tengo de que por fin volvamos a tener un viernes santo en que nos podamos acercar a besarte en la Cruz!

Toni Catalá SJ