Mi acogida desde la escucha

Mi experiencia como voluntario en el Centro de Escucha ha supuesto una revolución interior en mi vida, una nueva forma de entender la relación “Yo-Contigo”.

La propuesta es que mi presencia en esa relación, permite al “otro” que sea más libre, más responsable y más autónomo. Desde luego, esta propuesta no es fácil y no siempre se consigue.

Recalco que para mí venir al centro de escucha es “revolución interior personal” porque ha supuesto darme un espacio, donde me permito vivir menos de forma automática, y sobre todo en mi caso, evitando a toda costa los conflictos para no salir de mi “supuesto confort”, y seguir viviendo a veces de una forma insípida, anodina y rutinaria.

En estos momentos de mi vida, viviendo mi proceso de duelo afectivo, he tenido la experiencia de escuchar y también de ser escuchado y acogido. Esta vivencia, me está aportando prestar más atención, más sensibilidad, y me he planteado que supone para mi “ser escucha”:

“Ser escucha” hace que pongas tu vida en una nueva frontera, donde lo oculto comienza a aflorar, comienzas a observar tus propias censuras internas, tus autocríticas y una serie de idealizaciones que no están en la realidad palpable. Comienzas con una honestidad casi despiadada.

“Ser escucha” es un camino emprendido donde comienzas a observarte con esos viejos patrones automáticos, pensamientos repetitivos, conductas, que se disparan unas por miedo otras por comodidad, y te dejas llevar por lo conocido, por lo de siempre….

“Ser escucha” es un camino hacia la persona auténtica que habita en mí.

“Ser escucha” supone ser tú mismo en mayúsculas, ser más consciente de ti, y tener un sabor auténtico de la vida.

“Ser escucha” es permitirme dejar que afloren mis sentimientos, mis emociones, mis tensiones corporales, mis dolores, mi mundo profundo, y todo ello sin enjuiciarme, sin evaluarme.

“Ser escucha” implica un mirar hacia dentro de mí, permitirme conocerme mejor, respetarme, y amarme, tener una sana autoestima, quedándome, lo sé, aún mucho por recorrer.

“Ser escucha” es crear un espacio, donde la acogida convierte la relación en una tierra sagrada, de persona a persona. Un espacio de libertad y seguridad, donde podemos comenzar una apertura hacia un cambio. Ese cambio es como la aurora que precede al día.

“Ser escucha” es poner todo tu ser en la acogida, y estar atento al sufrimiento del otro. Nos permite asomarnos a su mundo interior, el suyo, no el mío, desde donde nos permite empatizar y entender su vivencia: ¿Cómo lo vive? ¿Qué siente? ¿Qué opina?

“Ser escucha” es acompañar, con actitud acogedora, sin reservas, con entera entrega, implicando todo nuestro cuerpo, nuestros gestos, nuestras miradas. Es un verdadero encuentro con otro ser humano.

“Ser escucha” es humanizar en mayúsculas.

“Ser escucha” no es ser Superman, ni un Superhombre que todo lo puede, es un ser humano, que trata de aflorar su verdadero ser detrás de la máscara en la que vive, un ser humano con sus heridas en presencia de otro ser humano herido. Es estar en una humanidad profunda que nos conecta a algo mucho más grande, que nos eleva y nos conecta con el Padre.

Todo esto es ser escucha para mí. Mi experiencia está siendo muy rica, me hace salir de mí y poder acompañar otras realidades, así como, permitirme ser acompañado.

Para terminar, quisiera dar las gracias al Centro de Escucha y la formación de la Escuela de escucha. Doy las gracias a las personas que vienen a ser atendidas y que abren su corazón sin reservas. Doy las gracias al Centro Arrupe por permitir este espacio, un espacio sagrado, un tesoro, un oasis.

Ibán Hurtado. Voluntario del Centro de Escucha San Camilo de Valencia