Jueves Santo

«Sabiendo Jesús que había llegado la hora», así comienza el Evangelio de este Jueves Santo (Jn 13: 1-15). Aquella cena no fue como una de tantas que había compartido con los discípulos. Fue esa noche cuando lo supo: había llegado la hora. Se levantó, se quitó el manto, se ciñó una toalla y se puso a lavarles los pies desde abajo, siendo último. Este ha sido el camino de Jesús, más abajo, más último. Pedro se resistirá. «Ahora no lo entiendes, pero lo comprenderás más tarde”, le dirá Jesús.

El Jueves Santo es tiempo de reconocerse convocado a un amor despojado, desde abajo. Jesús siempre nos ha estado llamando donde él está -más abajo- y como él está -más último-. Ahí, como él y con él, se ve con claridad que el Reino está en medio de nosotros. Sólo abajo y últimos, no arriba y primeros, amaremos en gesto concreto y libre.

El Jueves Santo es tiempo de reconocer las resistencias a implicarse en un amor así. Es tiempo para reconocer que no lo entendemos ahora pero que «cuando venga el Espíritu de verdad, él nos lo explicará todo» (Jn 16:13)