José, un hombre justo

A diferencia del relato lucano del nacimiento de Jesús, el evangelio de Mateo da un protagonismo a José que no pasa desapercibido, presentándolo como un hombre justo, tal como aparece en el relato de este cuarto domingo de adviento.

Una vez más necesitamos situar el texto en el contexto. Mateo se dirige a una comunidad de judíos convertidos, que viven una profunda crisis de identidad con relación a su pasado judío. Después de la destrucción de Jerusalén en el año 70, los fariseos organizaron lo que quedaba del pueblo y se declararon de un modo más decidido en contra aquellos judíos que confesaban a Jesús como Mesías e Hijo de Dios, que terminaron por ser excomulgados lo que hizo más agudo el problema de su identidad. Ahora, oficialmente excomulgados, no podían frecuentar sus sinagogas. Y surge para ellos la pregunta: ¿A quién pertenecen las promesas: a la sinagoga o a la iglesia? ¿Quién es el verdadero pueblo de Dios: ellos o nosotros? ¿Es Jesús verdaderamente el Mesías?

Da la impresión de que, por medio de este relato, Mateo ofrece una respuesta a la comunidad a la que se dirige. María aparece encinta antes de convivir con José. Según la ley de Moisés esto merecía la pena de muerte (Dt 22,20). Si José hubiese obrado según las exigencias de la ley de Moisés, hubiera debido denunciar a María. Pero José no obedece a las exigencias de las leyes de la pureza legal. Su justicia es mayor. En vez de denunciar, prefiere respetar el misterio que no entiende. Frente a lo que le manda la Ley, José escucha al ángel y acoge lo que le pide.

La justicia de José no radica en el cumplimiento de la norma que obliga a dar a cada el castigo que se merece. De esta forma, José va más allá de la justicia de la gente del Templo. En José se cumple la palabra que recogerá el mismo evangelio de Mateo: «Si vuestra justicia no supera la de los escribas y la de los fariseos, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt 5,20). Y esta justicia de José es la que abre paso a la salvación, a Jesús.

Mateo, de este modo, resuelve en la persona de José el dilema en el que se encuentra la comunidad cristiana a la que se dirige ofreciéndole una alternativa.