Jesús se echó a llorar

Quinto domingo de Cuaresma (Jn 11,3-7.17.20-27.33b-45)

“Jesús se echó a llorar”, el versículo mas breve del todos los evangelios y el más humano. El Hijo del Dios Vivo llorando por la muerte de su amigo Lázaro. Que pena tanta disquisición histórica sobre si lloraba en cuanto hombre y no en cuanto Dios, que si llorar es debilidad y el Dios impasible no puede llorar porque en él no hay cambio ni mutación… ¿Es que Dios no podía tener amigos? ¿Por qué le negamos a nuestro Dios que es Amor lo más humano del amor que es llorar por los que se quiere?

Un Dios que no llore con los que hoy están llorando por la separación de los que se quiere, en muchos casos definitiva, y con los que están doloridos por la falta de cercanía de su gente no sería el Compasivo. Hemos celebrado estos domingos a Jesús como Manantial de Agua viva, como Luz del mundo, hoy celebramos el Amor conmovido que ofrece Resurrección y Vida porque él es la Fuente de la Vida.

Jesús se conmovió ante la soledad de la viuda de Naím a la que se le ha muerto el hijo único. Jesús levantó al muchacho del lugar de la muerte y se lo devolvió a su madre. A Jesús se le acerca Jairo, jefe de sinagoga y por lo tanto ni seguidor ni simpatizante, pidiéndole que haga algo por su “niña que está en la ultimas”. Jesús le pide que tenga fe, se va con él a su casa, levanta a la niña del lugar de la muerte y vuelve la alegría a la casa. Jesús se pone en camino cuando se entera que su amigo Lázaro ha muerto, “es que Lázaro, Marta y María eran muy amigos de Jesús”, dice el evangelio.

Estas son la tres “resurrecciones” que se narran en los evangelios. Jesús conmovido da vida a la viuda abatida de la casa de Israel sin pedirle nada a cambio, ni tan siquiera fe. Sana el dolor de Jairo, “enemigo religioso”, que se acerca y busca a Jesús y éste no sólo no lo rechaza, sino que lo acompaña a casa, le pide que abra su corazón (“si tienes fe…”) al Dios de la Vida y esa casa recupera la alegría. Marta, María y lázaro son muy amigos y la muerte ha quebrado esa amistad. Jesús resucita a Lázaro porque son amigos y punto. Así se manifiesta la gloria de Dios.

Jesús genera vida porque es Vida. Es evidente que el hijo de la viuda, la hija de Jairo y Lázaro volvieron a morir. La Resurrección como Vida Definitiva junto al Compasivo sólo la confesamos de Jesús, pero en virtud de este “confesar con la boca y creer de corazón” que Jesús es el Viviente y que la muerte no tiene la última palabra vivimos confiadamente en que él rescata “nuestra vida de la fosa y nos colma de gracia y de ternura” (Sal 103) En las primeras comunidades quedó grabado el recuerdo vivo de que Jesús de Nazaret pasó haciendo el bien porque su Dios era un Dios de Vivos y no de muertos.

Al igual que sacó a Lázaro de la “cavidad cubierta con una losa” vamos a seguir deseando, pidiendo, orando que en estos momentos de adversidad nos saque de nuestras cavidades de desesperanza, de desanimo, de miedos paralizantes, de bloqueos… que las lágrimas de amistad de Jesús nos saquen de la oscuridad y lo sigamos siguiendo como Resurrección y Vida.

Toni Catalá SJ