Hay últimos que serán primeros

Vigésimo primer domingo (Lc 13,22-30)

Jesús se pone de camino hacía Jerusalén, momento clave en la narración evangélica de Lucas que estamos siguiendo estos domingos. Jesús es hijo de la casa de Israel y quiere anunciar la Buena Noticia del Reino en la ciudad de David, en la ciudad del “gran rey”, en la cumbre de la alegría que es Jerusalén para cualquier hijo fiel de Israel, y por lo tanto también la cumbre de la alegría para Jesús. No olvidemos nunca que Jesús está arraigado en la Fe de Israel. Es un viaje ciertamente peligroso, pero Jesús no se retira, lo veremos, y no por obcecación sino por fidelidad y compasión a su pueblo.

El grupo de Jesús se está cerrando sobre si mismo, se está replegando, y va entrando en una dinámica de “los de dentro” y “los de fuera”, “los nuestros” y “los otros”, la salvación “para muchos” o para “pocos”, (“Señor, ¿son pocos los que se salvan?”). Es una tendencia peligrosa en todos los sistemas religiosos, en todas la comunidades del tipo que sean… La tentación del repliegue, de la retirada al gueto, de sentirse los poseedores de la salvación y, por supuesto, dentro del grupo merecedores de salvación unos más que otros.

Se han olvidado de la profecía de Isaías (primera lectura) “vendré, dice el Señor, para reunir a las naciones de toda lengua… hasta mi santa montaña de Jerusalén”. Jesús experimenta resistencias en los de la casa de Israel a su anuncio y a su hacer, porque los piadosos de Israel se han ido apropiando del don de la elección. Una elección que en el inicio fue pura gratuidad para que, por medio de Israel, se anunciara la salvación a todos los pueblos. Han perdido la dimensión de gratuidad y han caído en la trampa “de que nos ha elegido porque somos mejores que lo otros pueblos”. Jerusalén que tendría que ser polo de atracción para los pueblos se ha convertido el centro de poder controlado por aquellos que hacen del Dios Vivo una propiedad privada. ¡Ojo con nuestras “jerusalenes”!

Lo que tendría que ser apertura a todos se ha ido convirtiendo en coto cerrado. Lo que tendría que ser inclusivo, atraer a todas las naciones hacía las Fuentes de Agua Viva, se ha convertido en exclusivo. Jesús percibe que los suyos lo han escuchado pero no han querido entender. Paradójicamente los “de dentro” se quedarán “fuera” y los de “fuera”, los excluidos por el sistema religioso, van a quedar en el centro de la “mesa del reino de Dios”. Los últimos, primeros y los primeros, los últimos. La misma dinámica que vimos: Jesús invita al banquete a su gente y todos son excusas…  que si me caso, que si tengo que vender un campo… pues el banquete será para lo pobres, enfermos y derrengados. Jesús genera dinámicas insospechadas, fascinantes, pero muy peligrosas. Los de “dentro” tenemos que andar con mucho cuidado que podemos terminar creyendo que somos los mejores y los únicos… ¡qué peligroso en el juego “los de dentro”, “los de fuera”!

Toni Catalá SJ