De la Capilla del Centro Arrupe, lugar de encuentro para la Eucaristía dominical en Valencia, y en desarrollo de una idea que tuvo una familia miembro de la comunidad que a ella acude, bajo el paraguas del Servicio Jesuita a Migrantes, ha tenido lugar este verano el primer campamento de la Red+Familiar.
La red ha sido creada bajo el lema “familias que ayudan a familias” y la primera iniciativa ha sido este campamento del que tratan estas líneas. Nuestra familia, que tenía ya organizado el verano de la manera habitual, fruto de esas casualidades que en la vida ocurren se vio atrapada en la Red y terminó acudiendo, y disfrutando al máximo, de este campamento que tuvo lugar entre los días 7 y 13 de Agosto en la Casa de Ejercicios de «La Purísima» en Alaquàs, cedida por los jesuitas para la ocasión.
Se trataba de juntar a algunas personas vinculadas de una u otra forma a la Capilla del Centro Arrupe, tanto familias enteras como personas individuales, con familias refugiadas y/o migrantes, que no cuentan con red de apoyo familiar (de ahí el lema del proyecto) ni tampoco con un entorno que les permita salir de sus rutinas y disfrutar de unas vacaciones. En definitiva, de unas vacaciones compartidas.
La organización del campamento corrió de cuenta de las personas vinculadas al Centro Arrupe, que se dividieron en tres categorías, 1. organización general y coordinación, 2. logística y cocina; 3. Organización de actividades y grupos. La desinteresada y cariñosa participación de todos y la fantástica acogida que tuvo la iniciativa entre la gente, recibiendo donativos y ayudas de toda clase de personas y entidades, hizo posible finalmente hacer realidad el proyecto.
Ya en el campamento nos dividimos entre mayores (fundamentalmente compuesto por madres y algún que otro padre) y pequeños, que a su vez se dividieron por edades. Cada grupo estaba coordinado por voluntarios que dirigían las actividades preparadas desde el principio. Tuvimos toda clase de juegos y diversión durante el día: “Olimpiadas”, yoga, taller de bisutería, tómbola fútbol, juego de las pinzas… Hubo de todo y todos participamos.
Aunque siempre resulta simpático ver a los niños enfrascados en saltar, perseguir y atrapar a otros o hacer carreras, fue especialmente entrañable ver a los padres de la misma manera, disfrutando como los niños y con los niños de las mismas actividades.
Tuvimos nuestros momentos de piscina gracias al régimen de “puertas abiertas” que nos regaló el Ayuntamiento; de playa en el Saler, donde nos hicimos los dueños y señores de gran parte de la arena y nos dedicamos a hacer castillos, saltar a la comba y a no salir de agua…; de parque acuático en la piscina del Vedat, con coreografía incluida y con la señalada participación de alguna familia venida de Biafra…
Si los días eran intensos, las noches no lo eran menos, con el juego de las dos banderas, bajada a la cueva, espectáculo de magia… Incluso los niños y algunos adultos pudieron “disfrutar” de las noches al aire libre durmiendo en tiendas de campaña en la estupenda explanada que nos ofrecía la casa donde estábamos. En definitiva, ha sido una experiencia maravillosa para todos los que hemos participado en ella, según pudimos comprobar en la despedida, verdadero test de intensidad de todo campamento que se precie y que nos deparó tantas lágrimas como promesas de volver a vernos.
Como familia de 5 que somos no podemos estar más contentos y satisfechos del campamento. Nosotros, los papás, lo pasamos en grande. Fue cansado pero extremadamente gratificante. Nuestras hijas volvieron con infinitas ganas de más y todavía hoy, casi un mes más tarde, siguen preguntando por el momento en que volveremos a encontrarnos con los nuevos amigos. Todos iguales y todos amigos.
Ha sido una experiencia de mesa y hogar compartido que nos ha permitido a todos irnos a casa “con el corazón lleno de nombres”. Vocacionalmente ha sido también una experiencia conjunta, de familia, que nos marca un camino a seguir y nos invita a seguir pensando y reflexionando el modo en que nuestra familia puede ayudar a otras familias, siguiendo la senda de Jesús y con la inestimable ayuda, compañía y asistencia de la Capilla del Centro Arrupe en general y de los miembros de la Red + Familiar en particular.
Familia Mora Valle