El Cuerpo de Jesús

En octubre de 2013, Francisco realizaba una visita pastoral a Asís. Su primer encuentro fue con niños discapacitados y enfermos en la Capilla del hospital. Sus palabras, espontáneas, fueron una catequesis sobre el cuerpo de Jesús presente en la Eucaristía y en los cuerpos de esos niños.  Recuperamos sus palabras en el día en que celebramos la fiesta del Corpus Christi:

«Nosotros estamos entre las llagas de Jesús, dijo usted, señora. Dijo también que estas llagas tienen necesidad de ser escuchadas, ser reconocidas. Y me viene a la memoria cuando el Señor Jesús iba de camino con los dos discípulos tristes. El Señor Jesús, al final, les mostró sus llagas y ellos le reconocieron. Luego el pan, donde Él estaba. Mi hermano Domenico me decía que aquí se realiza la Adoración. También este pan necesita ser escuchado, porque Jesús está presente y oculto detrás de la sencillez de un pan. Aquí Jesús está oculto en estos muchachos, en estos niños, en estas personas. En el altar adoramos la Carne de Jesús; en ellos encontramos las llagas de Jesús. Jesús oculto en la Eucaristía y Jesús oculto en estas llagas. ¡Necesitan ser escuchadas! Tal vez no tanto en los periódicos, como noticias; esa es una escucha que dura uno, dos, tres días, luego viene otro, y otro… Deben ser escuchadas por quienes se dicen cristianos. El cristiano adora a Jesús, el cristiano busca a Jesús, el cristiano sabe reconocer las llagas de Jesús. Y hoy, todos nosotros, aquí, necesitamos decir: «Estas llagas deben ser escuchadas». Pero hay otra cosa que nos da esperanza. Jesús está presente en la Eucaristía, aquí es la Carne de Jesús; Jesús está presente entre vosotros, es la Carne de Jesús: son las llagas de Jesús en estas personas.

Pero es interesante: Jesús, al resucitar era bellísimo. No tenía en su cuerpo las marcas de los golpes, las heridas… nada. ¡Era más bello! Sólo quiso conservar las llagas y se las llevó al cielo. Las llagas de Jesús están aquí y están en el cielo ante el Padre. Nosotros curamos las llagas de Jesús aquí, y Él, desde el cielo, nos muestra sus llagas y nos dice a todos, a todos nosotros: «Te estoy esperando!». Que así sea.

Que el Señor os bendiga a todos. Que su amor descienda sobre nosotros, camine con nosotros; que Jesús nos diga que estas llagas son suyas y nos ayude a expresarlo, para que nosotros, cristianos, le escuchemos.