María Luisa Berzosa, religiosa jesuitina, está participando en el Sínodo de Obispos sobre «Los Jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional» y forma parte de una Comisión del mismo Sínodo. Podemos contar con su testimonio directo con esta primera crónica que envía desde Roma, con ojos de mujer.
«Me gustaría que en la Sala Sinodal hubiera más ojos femeninos, para que los pocos que tenemos a disposición no se cansaran tanto de mirar en todas las direcciones, pero dicho esto ya me he reconciliado y aceptado que somos muy pocas, poquísimas mujeres y que como soy una de ese escaso número no me lamento sino que estoy procurando dar lo mejor de mi ser femenino para que esta querida iglesia sea más inclusiva.
Y esto en un ambiente varonil y más que clerical, episcopal y cardenalicio ¡toda una novedad para mí! y sin duda también para mis compañeros de camino y hermanos en la fe porque el vocabulario continuo es “padres sinodales” y yo tengo que aclarar, una y otra vez, que soy sinodal pero no padre. No deja de sorprender que de la Unión Internacional de Superiores Generales haya 10 representantes pero ninguna de la Unión de Superioras. ¿alguien podría darme razones para esta diferencia?.
Y el grupo de jóvenes, creo que 35, me resulta desproporcionado en el conjunto; si bien es cierto que es Sínodo de los Obispos sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional” no dejan de ser los destinatarios del mensaje y tengo temor -y ya lo he expresado- de que hablemos mucho de los jóvenes y les escuchemos poco; necesitamos oír sus voces en directo, sin filtros.
Dentro de la estructura sinodal estoy en una Comisión de Expertas/os formada por 25 personas, de las cuales somos 3 mujeres. Nuestra misión es escuchar y tomar nota de los puntos que consideramos más incisivos y urgentes, de cara al documento final y lo llevamos a un encuentro diario a las 3 de la tarde. Este espacio es muy rico para un diálogo multicultural, con mucha libertad y confianza, para contrastar puntos de vista en ambiente de discernimiento; y todo ello a pesar de la hora …
Reconozco que nuestros coordinadores, llamados en el organigrama general, Secretarios Especiales, cuya misión es colaborar con el Secretario General en los temas que van surgiendo a partir del Documento Preparatorio, son verdaderamente geniales; me vais a permitir que os los presente: Giacomo Costa, jesuita, director de la revista Orientamenti Sociali y Rosanno Sala, salesiano, que también tiene a su cargo otra revista Note di pastorale giovanile.
Han hecho todo un proceso de dos años para llegar al Documento que trabajamos y han tenido la habilidad de convertirlo en una herramienta para el discernimiento. Ya Francisco reconoció en la apertura que se “han dejado la piel” en esta tarea.
Nuestras jornadas son intensas: de 9.30 a 12.30 con media hora de pausa y de 16.30 a 19.15. Estos días, después de la eucaristía de apertura, hemos tenido sesiones plenarias con escucha de las aportaciones sobre la parte I del Documento Preparatorio –Reconocer: la Iglesia en escucha de la realidad- pero ya el viernes hemos comenzado el trabajo en grupos linguísticos y esto da otro aire al trabajo y al ambiente; sin embargo voy cayendo en la cuenta de que quizá la panorámica universal era necesaria como punto de partida para irnos después a los contextos de lengua más reducidos.
En mi grupo somos 32 y abundan los sinodales de América Latina: Arturo Sosa, jesuita y de Argentina, Bolivia, Colombia, Honduras, México, Venezuela; de España: Blázquez, Osoro, Aguado, escolapio; el Moderador es Oscar R. Maradiaga, de Honduras y el Secretario, José Luis Lacunza, de Panamá.
De esta primera semana rescato con mención especial el encuentro festivo del sábado 6, donde junto a toda la asamblea sinodal hubo -ahí sí- una multitud de jóvenes quienes, a través de interpretaciones musicales y artísticas, nos dejaron mediante testimonios impactantes, sus inquietudes, peticiones y gritos que no podemos dejar de escuchar, creo yo. Fue un encuentro lleno de belleza y alegría y sentimos en nuestra piel la emoción que nos provoca la fuerza vital de la juventud que se expresaba en torno a tres puntos: identidad-relaciones–sueños; el lema era “Nosotros para. Unicos, solidarios, creativos”.
Al final entregaron a Francisco un gran paquete de preguntas que se irán contestando por la Asamblea Sinodal a partir de reflexión y diálogo sobre las mismas, ya que si “yo las respondiera anularía el Sínodo”, dijo entre risas y aplausos de toda la sala, “pero deben ser respuestas hechas sin miedo”, terminó.
El ambiente que se respira en nuestros encuentros es agradable, cordial, de familiaridad a lo que contribuye Francisco que en cuanto deja la presidencia está compartiendo con todos como uno más. Y no deja de ser una riqueza enorme la universalidad que se palpa todo el tiempo y que las seis lenguas presentes no son barrera porque las manos siempre ayudan…
Termino y pido perdón por extenderme tanto pero es la primera y ponerse en camino siempre cuesta… estoy muy agradecida al Señor por este regalo tan bonito como inesperado y tengo muy presentes en mi corazón muchos rostros de mujeres y varones que me acompañan con su oración y cercanía, especialmente las hermanas de mi Congregación, extendidas por diversas partes del mundo. Seguiremos …
María Luisa Berzosa fi – Desde Roma