Desde el Sínodo de Obispos recibimos la tercera crónica de María Luisa Berzona. Su relato nos ayuda a participar desde la distancia en lo que allí va sucediendo.
«Esta crónica comienza el pasado sábado 13, ya anuncié que el fin de semana tenía un programa denso. Por la mañana tuvimos grupo y por la tarde la agenda ya señalaba descanso. A la salida un encuentro muy gozoso con mis antiguas compañeras, ahora directoras de las escuelas de Fe y Alegría en Italia, Milán, Génova y Roma; están pensando en la formación a los profesores y pudimos dialogar sobre diversas posibilidades según necesidades y deseos.
Luego nos fuimos a la iglesia de San Ignacio para acompañar a Vitangelo Denora sj, -Responsable de dichas escuelas- en sus últimos votos en la Compañía de Jesús; participamos en la eucaristía unidas a otras muchísimas personas ya que Vitangelo tiene una larga historia de haber pasado por muchos lugares, siempre dedicado a la educación. Luego en el Colegio Romano, fundado por San Ignacio en 1551, seguimos compartiendo cena y música. Una experiencia muy bonita y entrañable. Fue él quien dio mi nombre para participar en el Sínodo.
Las coordinadoras se quedaron esa noche en Roma para acudir el domingo a la canonización. Hubo que madrugar mucho pero mereció la pena. La multitud ya a las 7.30 era inmensa y parecía imposible llegar a una silla, pero por fin me encontré sentada pronto y la espera me sirvió para pasar por el corazón los lugares de la vida y muerte de Romero porque tuve el regalo de conocer El Salvador hace años y participar en la eucaristía en la misma capilla del hospitalito donde fue asesinado. También su tumba en la catedral. Igualmente fueron pasando muchos rostros de vosotros y vosotras que os hubiera gustado estar; os sentí a mi lado.
Fueron llegando muchas personas y pronto me vi rodeada de salvadoreños/as que a lo largo de la ceremonia se emocionaron hasta las lágrimas y me contagiaron. El tiempo se me hizo corto, no hacíamos caso del reloj, estábamos siendo testigos de un hecho largamente esperado y parecía que lo imposible se hacía real.
Al cruzar la plaza para ir a mi lugar me crucé con Alberto Ares sj, ¡qué casualidad! Y a pesar de su prisa porque iba a concelebrar, nos hicimos una foto que consideramos histórica. Por la tarde pude pasear disfrutando la temperatura estupenda y buscando lugares menos llenos de gente, cosa bastante difícil pero posible… descanso total para acometer la siguiente semana que ha sido muy fuerte.
El ritmo de trabajo ha estado marcado por las intervenciones en las asambleas plenarias sobre la III parte del Instrumentum Laboris, –ELEGIR: caminos de conversión pastoral y misionera– es lo más pesado porque escuchar tantas lenguas, desde contextos muy diversos y mundiales, es rico pero tantas horas a lo largo del día resulta cansado. Después en los tiempos libres siempre hay encuentros de otro ritmo y color que son muy enriquecedores también.
Pero ya hemos vuelto a los grupos por lenguas y se van concretando las propuestas post-sinodales que queremos sean de fácil y real aplicación pastoral en todos los ambientes. Da gusto ese trabajo amasado por miradas y experiencias tan diversas de la iglesia, el intercambio es muy enriquecedor; esperamos darle cauce y que sirva para más vida.
Cada día más los periodistas nos buscan y llenan de preguntas, pero también nosotras -las religiosas que estamos participando- hemos tomado la iniciativa y convocado una rueda de prensa el lunes al terminar las reuniones. Después de presentarnos cada una hemos ido hablando de cómo estamos viviendo este acontecimiento. Luego las preguntas de un grupo de unos 25 periodistas, hombres y mujeres de diversos medios, nos han ayudado a explicitar y reforzar algunas posiciones como: el voto femenino en el aula, escasa participación de mujeres, haciendo camino en medio de todo, nos sentimos en pleno derecho para hablar con fuerza en los pocos espacios permitidos.
Habréis leído que está girando una recogida de firmas a favor de que las religiosas podamos votar. Personalmente y con otras, estamos poniendo nuestra energía en que se cambie la estructura del Sínodo para poder estar en igualdad y luego el voto vendrá como consecuencia; si no estamos es inútil pensar en votar y si no se cambia el formato seguiremos teniendo Sínodos con más de lo mismo. Es consolador escuchar en aula algunas voces de padres sinodales que denuncian con fuerza esta desigualdad y avalan el sueño que me viene rondando: no más Sínodo de Obispos, ¿por qué no Sínodo del Pueblo de Dios?, si desde la etimología del término se trata de hacer camino juntos, ¿por qué esas desproporciones? Los 10 superiores generales presentes también abogan por una igualdad en el sentido a que me vengo refiriendo.
Estos días de asambleas plenarias también hemos recibido un aire fresco en las intervenciones libres donde auditores/as que son el grupo de jóvenes, han hecho oír sus propuestas que han resonado con fuerza en nuestro corazón: inclusión, acogida y acompañamiento de toda realidad que viven hoy: política, laboral, sexual, de fe o no con actitud de acogida, de aceptación sin prejuicios ni condenas y hablan de sus contextos que en muchos casos están atravesados por la violencia, el miedo, la inseguridad, el machismo. Tienen palabras proféticas de verdad. Por suerte temas como la presencia femenina en las decisiones eclesiales, la diversidad sexual, y otros que están en nuestro mundo, se escuchan cada vez con más fuerza en el aula sinodal.
Parece que estos días se han despertado todas las agencias de prensa y no nos dan respiro; fui invitada con algunos padres sinodales: Patriarca Sakò, de la Iglesia Caldea, Jaime Splengler ofm, Arzobispo de Porto Alegre y Peter Turkson, responsable del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral en el Vaticano, a la conferencia de prensa que se tiene cada día al finalizar la sesión de la mañana. Nada más entrar una nube de fotógrafos ciegan con sus disparos continuos nuestros ojos.
Después Paolo Ruffini, como responsable de la Oficina de Comunicación del Vaticano hace un resumen de las intervenciones en el aula y da otros anuncios, como la peregrinación que haremos el día 25 y luego los presentes en la mesa comentamos las impresiones que deseamos y seguidamente nos exponemos a las preguntas de los medios presentes; esto dura una hora exacta y después nos pidieron quedarnos para algunas entrevistas que querían otras medios. ¡Toda una experiencia muy interesante, mediática total!.
En otro momento tuve una larga conversación con algunos jóvenes de Chile, Venezuela, México, EE.UU… de 25-27 años, que querían hablar de diversos temas que van saliendo y fue un encuentro muy agradable y exigente porque tienen una actitud muy crítica poniéndose en juego como compromiso que ya viven en sus países. Pizza de por medio, disfrutamos de poder compartir con total libertad y sinceridad y me hicieron mil preguntas de mi vida y misión; me volví a casa renovada por ese aire fresco que contagian los jóvenes de años y de corazón.
El Papa sigue asistiendo a las asambleas y el otro día a la entrada me vio y se acercó a saludarme diciendo que me había visto en la portada de Vida Nueva con un joven y un megáfono. Subimos con él en el ascensor y siguió comentando “qué famosa, es altavoz del Sínodo”. Le dije que solamente de los jóvenes que me buscaron por mi mucha juventud acumulada. Nos reímos con ganas y ya ha quedado esa frase repetida.
Esta tarde tenemos un concierto en la cárcel Regina Coeli; y el lunes estoy invitada a un encuentro con periodistas de lengua hispana, cena con mujeres mediáticas sin focos ni grabadores. Será interesante pero ambas noticias quedan para crónica próxima que será la última. ¡Gracias por los mensajes de apoyo! Seguiremos…»