Desde el Sínodo, con ojos de mujer (2)

Recibimos desde Roma una nueva crónica de María Luisa Berzosa, religiosa jesuitina, desde el Sínodo de los Obispos sobre “Los Jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”:

Seguimos en “modo Sínodo”. Estamos en la mitad del proceso iniciado el 3 de este mes, como recordaréis. Esta semana comenzó con la noticia que arrasó en todas las Redes: la carta del Cardenal Ouellet a Mons. Viganó.  Revivimos el dolor por el tema pero también el consuelo de la claridad firme y fraterna.

Continuamos alternando en el ritmo diario la escucha de las diversas intervenciones en asamblea plenaria, siempre referidas al Instrumentum Laboris ahora ya en su parte II: Interpretar.  Fe y discernimiento vocacional. Hay un eje que atraviesa toda esa parte, de modo especial su capítulo V, que es el acompañamiento, tema que resuena dentro y fuera de las sesiones.

En la asamblea también hay turno de intervenciones libres y hemos escuchado la voz de los jóvenes, -directa,  clara  firme y muy crítica- ya sabemos que son pocos en número, pero procedentes de lugares y culturas muy diversas sus palabras no nos dejan indiferentes y siguen estando muy presentes en otros muchos espacios espontáneos e informales, fuera de agenda, donde pueden volcar sus inquietudes y cuestionamientos.

Y nos buscan,  a quienes tenemos ya mucha juventud acumulada, para seguir hablando, intercambiando puntos de vista desde la frescura lozana de la vida con la experiencia del paso de los años. ¡Qué diálogos tan bonitos, cómo se mezclan los idiomas y acentos y dan un color especial a ese tejido que entrecruza los hilos de las diversas etapas de la vida!.

La Comisión de Expertas/os -dedicada sobre todo a la escucha- no perdemos tampoco ocasión de dar cauce a todo lo que nos llega, especialmente del grupo de los 34 jóvenes, y que consideramos significativo por incisivo y novedoso y que suponga caminos de futuro.

Seguimos encontrándonos a las 3 de la tarde, -hora intempestiva donde las haya- pero disfrutamos por el compartir que se da entre nosotros; no es tema menor para las relaciones interpersonales de un grupo internacional que se desconoce absolutamente, haber comenzado cenando juntos la noche del día 2;  a partir de este momento cuando nos encontramos cada día en la asamblea plenaria -estamos sentados en filas próximas- y cuando nos repartimos  en los grupos de lenguas de dos en dos,  tenemos la bonita sensación de habernos conocido hace tiempo. Eso alivia el trabajo que a veces se hace pesado por la intensidad de la escucha,  sin negar la riqueza que esto supone.

Un encuentro significativo en esta semana ha sido la comida compartida en la UISG, Unión Internacional de Superioras Generales, con varios jóvenes y las 7 religiosas que participamos en el Sínodo, procedentes de Vietnam, China, Estados Unidos, Kenya, Francia, Italia y España. Escuchar historias de vida de Iraq, de Chile, de Estados Unidos, de India, de Rusia a jóvenes en torno a los 25 años, expuestas con tanta frescura pero que encubren verdaderas tragedias en bastantes casos, de tipo familiar, laboral, persecución por la fe, etc. me han tocado por dentro y me han puesto de manifiesto, una vez más, la pregunta de qué mundo estamos dejando a las nuevas generaciones.

Las voces de los jóvenes, cuyo reclamo permanente es el acompañamiento y la escucha,  resuenan de modo continuado; no pueden -no podemos caminar solas y en paralelo-  es necesario que nos encontremos en esa realidad intergeneracional que tanto nos enriquece, a la que me he referido antes,   y que se hace necesaria tanto en la iglesia como fuera de ella.

Y esto nos lleva a pensar en  jóvenes que conocemos, acompañamos, están en nuestros ambientes de colegios, trabajo, universidades, grupos, y que quizá no encuentran sentido a su vida aún teniendo aparentemente todo pero con un vacío existencial que cuesta llenar y se traduce en depresión, apatía, desgana, falta de ilusión y de alegría.

Tenemos también delante tantos jóvenes que, en diversas partes del mundo, se comprometen de muchas maneras en mejorar el mismo y la iglesia y siguen apostando por muchos caminos, en entrega generosa, valiente y comprometida a veces con riesgo de la propia vida. Y buscan crecer y madurar en la fe o depurar la misma de falsas imágenes para una vida más coherente e integrada.

Como grupo de religiosas hemos organizado una conferencia de prensa para el lunes 15; adjunto la invitación para que nos conozcáis y en la próxima crónica podré compartir cómo ha resultado.  Ya sabéis que somos muy minoría pero no queremos dejar de decir nuestra palabra porque nos sabemos representantes de tantas hermanas que estáis repartidas por el mundo y cerca y en sintonía en este modo misterioso de la común-unión que traspasa fronteras.

Y nos sentimos responsables también de hacer que se expliciten y amplíen las pocas referencias que en el Instrumentum Laboris aparecen respecto de la mujer en general y de la vida consagrada. Y ahí nos tenéis haciendo enmiendas y entrando al escenario donde se recogen y votan los puntos focales del Sínodo que nos convoca.

Me llegan preguntas de la presencia del Papa en el Sínodo; cuando hay asambleas plenarias no falta nunca, salvo el miércoles que tiene audiencia, como sabemos. Al entrar y salir del aula,  en los momentos de descanso está como uno más y podemos saludarle; yo me acerqué un día y al presentarme como Hija de Jesús me dijo: “¿pero Jesús no fue célibe? respondí que nosotras testificamos lo contrario porque somos hijas suyas … nos reímos un rato y tengo fotos que muestran muy bien el momento divertido.

Otro día me lo encontré cuando salía del ascensor y yo iba con el ordenador en las manos;  se acercó a saludarme y me preguntó cómo estoy;  le respondí que según me veía trabajando un poco y me dijo “si decae tu ánimo que éste compañero tuyo te ofrezca un poco de licor portugués” …(estaba a mi lado Joao Chagas, un laico de Portugal, de  mi Comisión) al que ya había saludado y se acordaba perfectamente.

No quiero terminar este relato sin hacerme aquí eco,  muy agradecido, de tantos mensajes de apoyo y cercanía como van llegando, de mujeres y varones, de jóvenes y adultos, de personas amigas,  compañeras de trabajo, de mi propia congregación y de otras… me emociona de modo particular la cadena de oración que se está llevando a cabo en nuestras comunidades como iniciativa de la Pastoral Juvenil y Vocacional.

Mi comunidad actual que es la Curia General también es un apoyo de gran valor, a pesar de que me ven poco porque salgo temprano y vuelvo tarde muchos días; me siento muy sostenida y acompañada con la escucha de hermanas y acogida muy cariñosa. ¡Muchas gracias y hasta la próxima! porque este fin de semana se acumulan tantos acontecimientos que darán lugar a crónicas siguientes.