¿Cuáles son las cinco preguntas que todos deberíamos hacernos continuamente? Este ha sido el motivo del discurso pronunciado por el decano de la Facultad de Educación de Harvard James Ryan durante la graduación de sus alumnos:
Antes de empezar con las preguntas hay que tener claras varias ideas: por una parte, que debemos cultivar el arte de realizar buenas cuestiones (“os animo a resistir la tentación de tener respuestas preparadas y pasar más tiempo pensando en las preguntas correctas. La verdad es que una respuesta solo puede ser tan buena como la pregunta que se ha hecho. Lo sé por mi propia experiencia”). Por otra, que aunque ello implique que hay malas preguntas, si prestamos atención como oyentes, siempre podemos sacar algo positivo de una cuestión estúpida. ¿Cuáles son las cinco preguntas que todos deberíamos hacernos continuamente?
“¿Cómo?”: comprensión
Solemos pensar que pedir una aclaración nos hace pasar por estúpidos, aunque en realidad es todo lo contrario. Mis hijos generalmente hacen esta pregunta cuando llego a un punto en la conversación cuando les pido que hagan una tarea o dos. Desde su punto de vista, me oyen decir algo en plan ‘bla bla bla y limpia tu habitación”. Aunque puede parecer que solo hacemos la pregunta cuando algo llama nuestra atención mientras no atendíamos, si las cosas quedan claras, todo será mucho más fácil. Tanto para los demás como para nosotros. Es la pregunta sobre qué deberías hacer antes de llegar a conclusiones o antes de tomar una decisión. Es importante entender bien una idea antes de mostrarte a favor o en contra.
“Me pregunto…”: curiosidad
Una pregunta reflexiva que puede ir acompañada de “por qué” o de “si”. En el primer caso, y como ocurre también con los niños, es la cuestión que ayuda a estimular nuestra curiosidad sobre lo que ocurre en el mundo; la segunda nos ayuda a mejorarlo un poco. Es decir, una vez hemos entendido la situación, debemos empezar a plantearnos una posible solución.
“¿No podríamos por lo menos…?”: progreso
Lo más importante en esta frase no es tanto el “podríamos” (que también) como el “por lo menos”: a lo largo de nuestra vida nos vemos en situaciones en las que el cambio o el acuerdo parecen imposibles. Sin embargo, esta cuestión sugiere que siempre hay algo que se puede hacer, así que por lo menos podemos intentarlo. Esta es la pregunta que debes hacer si quieres salir de un atasco, es la que te permite pasar de los desacuerdos pasados a alguna clase de consenso, como ¿no podríamos ponernos todos de acuerdo sobre el bienestar de los estudiantes, aunque no estemos de acuerdo en la estrategia?. Es decir: una vez conocemos la situación y hemos empezado a barruntar qué podemos hacer, es el momento de dar los primeros pasos.
“¿Cómo puedo ayudar?”: buenas relaciones
En este caso, lo más importante es el “¿cómo?”, ya que es lo que marca la diferencia entre el sabelotodo y el modesto que quiere echar una mano y no ser el protagonista. También sabéis, por vuestro tiempo aquí, que debéis tener cuidado con el complejo de salvador, donde sois el experto que irrumpe para salvar al resto. Lo importante es conservar el instinto de ayuda y atender a las necesidades de los demás y reconocer que ellos también tienen voz y voto.
“¿Qué es lo importante?”: el corazón de la vida
Es muy fácil que nos perdamos en caminos secundarios que quizá no lleven a ningún lado o, simplemente, nos hagan perder mucho tiempo. Ya que nos hemos puesto en marcha, es necesario fijar bien nuestro objetivo. Es la pregunta que te lleva la corazón de los problemas y al corazón de tus propias creencias y convicciones.