Si es que basta muy poco para llenar los cestos cuando abunda la gracia. El eterno drama tiene que ver con el cálculo, con la reserva y el por si acaso. Se nos ha instalado en el alma la desconfianza, la sospecha, la supervivencia, la rivalidad absurda. La tragedia es que hay pan para todos, oculto bajo la pompa y la gala. Cuando alguien descubre esta verdad sencilla, carga desde entonces con la cara y la cruz, el júbilo de un bien posible, la impotencia al chocar con los muros erigidos por siglos de temor e inercia. pero, al menos sabe que nunca estará solo, en la lucha por el pan de todos.
José María Rodríguez Olaizola, sj