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Domingo 5º de Pascua – Ciclo C (Juan 13, 31-33a. 34-35)

“A mayor gloria de Dios” … Lema de la Compañía de Jesús y expresión muchas veces utilizada para definir o justificar una determinada acción o proyecto. ¿Bien utilizada? ¿Mal empleada? El evangelio de este domingo nos da la clave de respuesta a esas preguntas. ¿Qué es dar gloria a Dios?

¿Cuál es ese “ahora” al que se refiere el evangelista y pone en boca de Jesús como el momento de su glorificación y de la glorificación de Dios: “ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él”? Ese “ahora” es cuando Judas sale de la última cena para consumar la entrega de Jesús: “Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche”. El momento de la glorificación es el momento en que se va a consumar la traición de Judas y la entrega de Jesús.

Paradójicamente, “era de noche”: la glorificación de Dios se da en la oscuridad de la traición y no en la luminosidad de los grandes y triunfales momentos de la vida de Jesús. Ya vamos teniendo pistas de por dónde va esa “gloria” de Dios: la vía de los triunfalismos mundanos no es el “ahora” de la glorificación de Jesús ni de Dios; va por otra vía… La gloria de Dios no necesariamente coincide con nuestras “glorias”, donde los glorificados somos nosotros o nuestras obras e instituciones. Tendemos a asociar una cosa y otra, la gloria de Dios y la nuestra, y eso hay que ponerlo en cuestión.

San Ignacio nos advierte en los Ejercicios, y precisamente en los momentos de elección, de toma de decisiones, sobre estas falsas glorias: lo que él, con palabras de su tiempo, llama el “vano honor del mundo”, ese “honor”, esa “gloria” que el mundo da a los que tienen dinero, a los que acumulan poder, a los triunfadores según criterios mundanos… Y, por el contrario, habla de que la gloria de Dios tiene que ver con la pobreza, las injurias y vituperios, la humildad…

El evangelista Juan, al que tantas veces tildamos injustamente de “teórico”, nos da en estos pocos versículos de su evangelio dos criterios bien claros del modo de dar gloria a Dios:

  • El primero, es el de la entrega por amor. Jesús da gloria al Padre entregando su vida, hasta la última gota de sangre, por sus hermanos, por todos nosotros. A lo largo de todo su evangelio, Juan subraya que el momento de la máxima gloria de Jesús es el momento de la máxima entrega;
  • El segundo criterio, y a renglón seguido, es el del amor fraterno: “en esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros”.

Entregarse y amar, amar y entregarse: términos inseparables del movimiento interior que es lo que, de verdad, da gloria a Dios. Lo queremos sustituir muchas veces por otro tipo de glorias externas, aparentes, mundanas… pero no evangélicas.

Darío Mollá SJ

Comentarios

  • Muchas gracias.

  • Con su muerte Jesús lleva a cabo la misión que el Padre le ha encomendado y gracia a la muerte Jesús se hace capaz de maximo amor posible:entregar la vida por aquellos a los que ha amado. El mandamiento de Jesús es nuevo porque consiste el amar como Él nos ha amado hasta el extremo, hasta entregar la vida. Porque amar consiste en dar todo para el bien de otros.

  • Gracias Dario.

  • Gracias Padre Dario….aprendo cada día y sobre todo comprendo y vivo el evangelio..gracias!!!
    Saludos desde Perú Lima

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