No se convencerán ni aunque resucite un muerto

Vigésimo sexto domingo (Lc 16, 19-31)

Tras la parábola del administrador injusto que leíamos el pasado domingo, el evangelio de Lucas nos propone ahora la de Lázaro y el rico que banqueteaba.

Jesús nos dice en el evangelio de este domingo que si no se vive la compasión en esta vida ya podemos hacer elucubraciones teológicas y “practicas religiosas” que son un camino a la nada. En esta parábola se lleva hasta el limite la colisión frontal, que estamos proclamando en el evangelio de estos últimos domingos, entre la riqueza y el Reinado de Dios. El evangelio nos pone una raya roja en la vida: no todo vale, el “amor” no es lubricante entre este mundo injusto e inmisericorde y las victimas que lo sufren, que están “echadas a su puerta”.

Muchos delirios religiosos siguen anclados en el pensamiento mágico. Si ocurriera algo portentoso, insólito e inaudito las cosas cambiarían, la gente creería… “si un muerto volviera” … ¡pues no! Nos dice Jesús que los duros de corazón “no se convencerán ni aunque resucite un muerto”. Si lleváramos las migajas que caen de la mesa a la puerta para que Lázaro las comiera por lo menos nos sentiríamos más tranquilos… pero el rico seguiría en la mesa y Lázaro en la puerta. Jesús constata que la brecha es abismal, “se abre un abismo inmenso”. Han pasado más de dos mil años y la brecha aumenta y es que la riqueza seca el corazón.

La salida a esta sin-salida está en “escuchar a Moisés y los profetas” nos dice Jesús. Moisés es la continua referencia a un Dios de alianza que quiere a su pueblo libre de toda esclavitud, y los Profetas son la continua referencia para desenmascarar el culto vacío sin compasión ni justicia, para desenmascarar a aquellos que banquetean “pero no se conmueven para nada por la ruina de la casa de José” (primera lectura Amós 6, 1a.4-7)

Jesús nos invita a la escucha de la gran tradición de Israel en cuya fe está arraigado. Nos dice el gran teólogo judío Martin Buber: “la tradición es la más bella de las libertades para la generación que la asume con la conciencia clara de su significación, pero también es la esclavitud más miserable para quien recoge su herencia con simple pereza de Espíritu”. La conciencia clara de su significación es que el Dios de Abraham, Isaac y Jacob nos quiere hombres y mujeres compasivos, justos y humildes (Miqueas 6,8)

Está parábola nos ayuda a caminar humildemente porque nos ayuda a no perder tiempo como los discípulos que se enredaron en preguntas tan inútiles como desgastantes: ¿quién es el más importante? ¿para quién serán los primeros puestos en el Reino?… ¿en el cielo quienes tendrán palco VIP? La respuesta es contundente: los “lazaros” de este mundo. Lo dice bellamente la liturgia de difuntos (“In paradisum”) que es mas libre que la teología para decir según que cosas: “… que los coros de ángeles te reciban y con Lázaro el que fue pobre halles el descanso eterno”. No vale la pena perder tiempo en preguntas tan inútiles como orgullosas, el Reino es de ellos, Lázaro ya está por allí.

Hoy “Jornada mundial del migrante y refugiado” la Conferencia Episcopal Española afirma que migrantes y refugiados “no son un peligro, sino una ayuda que nos enriquece”. ¿De verdad y con un corazón sincero estamos convencidos o seguimos negándoles hasta las migajas? “El Señor guarda a los emigrantes”, rezaremos hoy en el salmo responsorial. Que se haga también verdad en nuestros corazones y en esta Europa nuestra.

Toni Catalá SJ