Haced esto en memoria mía

Domingo del Corpus Christi (Lucas 9,11b-17)

Tenemos que estar continuamente recordando, haciendo memoria, de todo lo acontecido en Jesús de Nazaret. Él nos mandó explícitamente compartir la mesa “en memoria suya”. Recordar para un judío como Jesús no es una mera evocación del pasado, en ese sentido la memoria es selectiva y muchas veces engañosa cuando no traidora. Recordar es revivir, actualizar, rememorar… Lo pasado se hace presente en el no olvido, en el recuerdo celebrado. “¡Recuerda… no olvides… Israel!” este mandato cruza todas las Escrituras.

El día del Corpus celebramos, la vida compartida y entregada de Jesús. Vida de Jesús compartiendo mesa por los caminos de Galilea “con pecadores y descreídos”, hermanando, invitando a la mesa del Reino, pero al mismo tiempo experimentando el rechazo de aquellos que se sienten propietarios de dios y que no aceptan abajarse e igualarse con los desvalidos que necesitan ser “levantados del polvo y rescatados del basurero”, como muy bien se ora en los Salmos.

Pablo recuerda a la comunidad de Corinto (segunda lectura)  que no se puede “celebrar la eucaristía”, no se puede actualizar la memoria del Señor Jesús en un contexto de injusticia en el que al pobre se le abochorna. Qué cómodo nos es muchas veces descontextualizar las lecturas de la liturgia para desactivarlas y “espiritualizarlas”.

Cuerpo entregado y sangre-vida derramada es presencia real, no ilusoria, eficaz, porque invita a los que se sientan a la mesa a reconocerse todos de una misma “pasta”, falible, vulnerable, pecadora pero convocados a tejer recintos de paz, alegría y fraternidad y así encontrar motivos para seguir esperando. Celebrar la Eucaristía es un recuerdo vivo que dinamiza, que consuela, que interpela, que nos hace a todos y a todas un poco mejores. Si la celebración eucarística no saca lo mejor de nosotros mismos algo falla, pues habremos convertido la celebración en “culto vacío”.

El Evangelio nos lleva a  lo mismo que la lectura segunda, a no olvidar las dinámicas de sanación, ”curó a los que lo necesitaban”, y de invitación urgente al compartir “dadles vosotros de comer” que generó Jesús. Los discípulos quieren ir a “comprar” para dar de comer… Jesús les dice que el asunto no es de mercado sino de corazón, bendice la pequeñez de lo que son y tienen. Les invita a compartir y sobró, creo que no necesita comentario está bendición de Jesús.

Melquisedec, primera lectura, es un “verso suelto” en la Biblia, ahí está lo fascinante de esta figura: es sacerdote y rey de Salem, para algunos estudiosos, rey de la Paz, es un sacerdote que no ofrece sacrificios sino pan y vino para compartir ¡simplemente genial!

La eclesialidad radical de la Eucaristía se encuentra en que la hemos recibido de los que nos han precedido (“os trasmití lo que a su vez yo he recibido” dice Pablo) Sigamos recordando y no olvidando que venimos de muy atrás, y para no olvidar y recordar hay que escuchar y mucho.

Toni Catalá SJ