Cañonazos te da la vida

Pablo es universitario y participa en la Pastoral Universitaria Ignaciana en el Centro Arrupe. Este verano vivió una experiencia en Loyola junto a otros jóvenes. Compartimos con vosotros lo que supuso para él:

«Hace un mes nos juntamos un grupo de jóvenes en Loyola el lugar donde nació y creció San Ignacio el fundador de los Jesuitas. Aquel apuesto caballero que corría tras la honra y la fama, combatiendo en una batalla recibió tal “cañonazo” que le hizo pararse y cambiar el rumbo de su vida.

Estar en la Capilla de la conversión y poder notar que en aquel mismo lugar donde Ignacio se convirtió y transformó su vida… muchas personas son movidas y convertidas por ese mismo Espíritu de Dios, francamente es alucinante. Y en ambas se repite lo mismo: no es por merito propio el que lleguemos a conocer a Jesús, si no es gracia suya poder el reconocerlo.

Eso sí, si de verdad queremos empaparnos de una experiencia profunda debemos estar en una actitud de apertura, ser permeables ante los demás. En eso consistía esta experiencia: por las mañanas tiempo de encuentro y servicio con los Jesuitas más mayores que vivían allí; por las tardes tiempo de oración, tiempo para poder compartir la misa y los momentos vividos con nuestros compañeros.

Es emocionante escuchar las “batallitas” que te cuentan aquellos Jesuitas más mayores. Y es que a pesar de la vejez o la enfermedad siguen con pasión hasta el final. Porque para ellos poder vivir y compartir “la alegría del evangelio” vale la pena.

Y es que esta experiencia para mí ha sido un cañonazo en toda regla… tanto vivido, tantas personas y lugares que han pasado a lo largo de ese tiempo…  Ha sido tiempo para pararse y poder escuchar nuestra verdadera pasión. Ahora es tiempo para confiar y dejarse llevar por esa pasión. Tiempo de empezar el curso desde una actitud de agradecimiento por tanto bien recibido. Cuantas pasiones sigue despertando Jesús de Nazaret a día de hoy…»