Al inicio de la Cuaresma

En su Mensaje para esta Cuaresma, Francisco nos alerta sobre los falsos profetas como son los «encantadores de serpientes», los que se aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas adonde ellos quieren.

Te pedimos, Señor, que no nos dejemos fascinar por los «encantadores de serpientes» que nos hacen confundir  los placeres momentáneos con la felicidad, que nos confunden con la ilusión del dinero haciéndonos esclavos de intereses mezquinos.

Francisco también nos alerta hacia otros falsos profetas, los «charlatanes» que ofrecen soluciones sencillas e inmediatas para los sufrimientos, remedios que sin embargo resultan ser completamente inútiles.

Te pedimos, Señor, por los jóvenes a los que se les ofrece el falso remedio de la droga, de unas relaciones de «usar y tirar», de ganancias fáciles pero deshonestas, por los que se dejan cautivar por una vida completamente virtual, en que las relaciones parecen más sencillas y rápidas pero que después resultan dramáticamente sin sentido.

Francisco nos alerta hacia otros falsos profetas, los «estafadores» que no sólo ofrecen cosas sin valor sino que quitan lo más valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de amar.

Te pedimos, Señor, que nos libres del engaño de la vanidad, que nos lleva a pavonearnos, haciéndonos caer en el ridículo. Tú nos llamas a discernir y a examinar en nuestro corazón si nos sentimos amenazados por las mentiras de estos falsos profetas. Enséñanos a no quedarnos en un nivel inmediato, superficial, sino a reconocer qué cosas son las que dejan en nuestro interior una huella buena y más duradera, porque vienen de Dios y sirven para nuestro bien.

En su Mensaje para esta Cuaresma, Francisco nos dice que si vemos dentro de nosotros y a nuestro alrededor los signos de estos falsos profetas, la Iglesia, nuestra madre y maestra, además de la medicina a veces amarga de la verdad, nos ofrece en este tiempo de Cuaresma el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno.

Te pedimos, Señor, que esta Cuaresma descubramos cómo la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos. Te pedimos que el ejercicio de la limosna nos libere de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es nuestro hermano. Por último, te pedimos que descubramos cómo el ayuno nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre.